El sargento tenía que pasárselo: ella no perdía la calma. En el país quedaban unas pocas mujeres como ella. La mujer fue hasta la puerta del negocio y, sin mirar más allá, la cerró.
Claire Keegan, 1968, Irlanda, me ha llevado a su patria en los ochos relatos que integran el volumen "Recorre los campos azules". Historias sencillas en las que apenas pasa nada, relatos de vida y de destrucción. Con ella he mirado a las profundidades del mar irlandés. Me he bañado en la oscuridad de sus aguas. He asistido con asombro a una boda. Sus personajes me hablan de unos paisajes que no conozco pero que imagino perfectamente. De oscuros secretos guardados en la alacena de la memoria.
He recorrido su campos azules y verdes y he pensado en los míos, en su color pajizo, en sus arbustos cubriendo el bajo monte, en la lapa que se pega a los pantalones cuando paseas caminos y fincas. En mi mirada hacia el horizonte, marrón, seco , con fuentes escondidas.
Y no he podido evitar pensar en lo que nos distancia y lo que nos une. En nuestra vida en la calle que guarda bien los secretos bajo la cama. Secretos que se cuentan a media voz en la oscuridad de la noche, en el invierno frío y la chimenea, como los cuentos de Martha, narrar la vida. Nuestra propia vida. Nuestras granjas secas, nuestros corderos en el monte. Nuestros sacerdotes también aunque ya no lleven sotana ni vengan invitados a las bodas.
La congoja que me ha producido "El regalo de despedida", esa muchacha abusada que se marcha de casa. Sin un grito, sin una palabra de más. Se marcha con el asco en las manos. Con la puerta cerrada, con el padre tumbado deseoso de volverla a tener en su cama. Y he pensado en las nuestras, que también lo hacen así, sin un grito, sin una palabra que saldrán también furtivas de la casa hacia nuevos horizontes.
Son nueve relatos con nueve historias. Con un estilo propio, calmado y tranquilo. Una escritora en Böll House, buscando la inspiración y encontrándose con un alemán pesado que no entiende. La chica que viaja a EEUU. La boda tumultuosa que encierra el secreto más profundo, que cae al suelo roto en pedazos como el collar que se rompe en el baile. El guardabosques, su mujer y sus hijos, que encierran secretos enterrados bajo las rosas. Brady deseando la vuelta de su mujer. El joven que vuelve a casa desde la universidad. La carta del sargento. La vuelta a la vida de Margaret.
Me ha gustado experimentar el lado irlandés con los relatos de Keegan. La sencillez de la prosa que en cierto modo es también la sencillez de la vida. Como las nuestras. Igual deberíamos buscar escribir sin ornato y sin historia, reflejando en cada relato la vida profunda de nuestro pueblo. Igual yo debería hacerlo. Es un reto.