Continúo con mi relato del viaje a Ámsterdam y alrededores que realicé en septiembre del 2012. Esta es la segunda entrada de este viaje que duró cinco días y que emprendí desde Edimburgo en un autobús que tardó 20 horas en llegar a la capital holandesa. Podéis leer en detalle cómo fue el viaje en autobús y el primer día de visita en Ámsterdam en la primera entrada del viaje.
Yo fui en autobús porque cuando quise comprar el billete de avión ya habían subido mucho de precio, pero normalmente si miráis con tiempo, podéis encontrar buenas ofertas. La vuelta la hice en avión con Easyjet, pero también hay otras compañías aéreas con vuelos directos entre España y Ámsterdam, así que no viene mal mirar los vuelos económicos de Vueling o alguna oferta de Iberia.
El día anterior habíamos estado visitando distintos sitios emblemáticos de Ámsterdam a pie aunque la idea era empezar a visitar la ciudad en bici desde el primer día. No encontramos un sitio que nos convenciera por su precio en toda la mañana y por eso al final decidimos dejarlo para el día siguiente. A eso de las 2 de la tarde encontramos este sitio estupendo con bicis recicladas que por tan sólo 5 € puedes alquilar para todo un día (Recycled Rentals) en Spuistraat (en pleno centro de la ciudad). El problema era que no quedaba ninguna bici disponible pues todas estaban alquiladas.
Hoy ya contábamos con una bici, la que me dejó Meno, el couchsurfer en cuya casa nos estábamos quedando los primeros días. Era una bici grande y destartalada, con los frenos en los pedales (como casi todas las bicis en Ámsterdam) y sólo yo me atreví con ella. Marisa prefería alquilar una bici con frenos de mano, y al final fuimos a por ella a la tienda de bicis más cercana a la casa que por 10€ podía tenerla hasta las 6 de la tarde.
Al poco rato de salir, según íbamos a pasar por un puente, la gente empezó a gritarnos que paráramos y no sabíamos por qué. Ante la insistencia de la gente, paramos y entonces vimos lo que iba a pasar. El puente empezó a levantarse para dar paso a un barco que iba a circular por el canal, y nosotras que no nos enterábamos. Nos pusimos a esperar pacientemente con el resto de la gente a que el puente volviera a su posición inicial, y entonces continuamos nuestro camino.
Nos costó un poco encontrar el parque y tuvimos que preguntar, pero más nos costó encontrar la calle del couchsurfer. Luego encontrar el piso no fue fácil, ya que nos dijo que era el 9-1, y nosotras no sabíamos si se refería al primer piso del número 9 o era el 9A o el 91. Después de las comprobaciones necesarias, vimos que era el primer piso del número 9, pero cuando llamamos al portero, no contestaban. Llamé al piso de más arriba, me abrieron y entonces llamé directamente a la puerta del couchurfer. Un chico oriental en calzoncillos y con cara de sueño salió a abrirme. Era Dawa, un tibetano nacido en el sur de la India y que había vivido casi toda la vida en Inglaterra, nuestro nuevo couchsurfer. El pobre estaba avergonzado (como no era para menos) y yo también por haberle pillado en tan mal momento. Había estado toda la noche de juerga y ahora estaba durmiendo.
Bajé para decirle a Marisa que le había encontrado y él bajó más tarde para hablar con nosotras en condiciones. Nos pidió disculpas por darnos el teléfono equivocado y nos dijo que podíamos ir a su casa cuando quisiéramos. Le dijimos que pasaríamos el día con la bici en Ámsterdam y a eso de las 8 de la tarde volveríamos a casa con nuestro equipaje para quedarnos. Nos despedimos de él y seguimos nuestra ruta en bici.
Fuimos al Vondelpark, famoso parque situado en el suroeste de la ciudad. La verdad que la zona nos encantaba, mucho más que donde estaba el otro couchsurfer, así que estábamos bien contentas de mudarnos allí para los próximos dos días. Los que seguís mi blog sabéis lo fan que soy de los parques, y que es lo que más me gusta visitar en las ciudades donde voy. Este parque no me decepcionó en absoluto, es un parque precioso que invita a ser explorado con detenimiento. Cuando llegamos era ya la hora de comer, así que nos sentamos en un banco frente al estanque y allí comimos tranquilamente la comida que habíamos comprado en el supermercado.
Muy cerca había una tienda de quesos donde no pude resistirme a hacerme esta foto (no era la única, desde luego).
Por fin llegamos a casa de Dawa a eso de las 8. Estábamos agotadas por la caminata y por todo el día de bici en Ámsterdam. Después de ducharnos y arreglarnos, nos fuimos con Dawa a un restaurante indonesio. Yo le pedí que si podía llevarnos a un restaurante indonesio porque la Lonely Planet los recomendaba un montón en Ámsterdam. Os preguntaréis por qué, ¿un restaurante indonesio en Ámsterdam? Pues bien, la razón es sencilla. Indonesia fue colonia holandesa en el pasado, y hoy día hay bastantes inmigrantes indonesios en Holanda. De hecho, el compañero de piso de Dawa era indonesio y le vimos poco antes de salir del piso. Nos dijo que iría a buscarnos al restaurante más tarde para irnos de pubs.
El restaurante indonesio no quedaba lejos de la casa de Dawa, aunque él no lo conocía. Normalmente iba a otro restaurante indonesio donde trabajaba una amiga suya indonesia pero éste quedaba bastante lejos, por eso no fuimos allí. A pesar de no tener referencias del restaurante al que fuimos, quedamos gratamente sorprendidos por lo bueno que fue. Cuando el camarero nos traía las comidas, nos explicaba en detalle cada uno de los platos y en qué consistían. Nos hizo mucha gracia porque nunca nos habíamos encontrado un camarero así. La comida estaba buenísima y es una pena que me olvidara de hacer fotos porque la presentación era inmejorable. Teníamos mucha hambre así que disfrutamos muchísimo con la comida; fue sin duda un acierto ir allí.
Cuando estábamos terminando llegó el compañero de piso indonesio de Dawa. Con él fuimos a un pub donde Dawa había quedado con dos amigas, una indonesia y una española. La indonesia era de lo más divertida y extrovertida. Nos contó que vino a Ámsterdam con 17 años para estudiar en la universidad y ya llevaba 8 años, pero pronto iba a volver a su país. El indonesio también nos contó que vino a estudiar aquí la carrera y luego consiguió un trabajo en Ámsterdam, pero este no pensaba en volver. La española era traductora y llevaba ya cinco años viviendo en Ámsterdam, y estaba encantada con su vida aquí. Recientemente se había llevado a la indonesia de vacaciones a España y se lo habían pasado genial, en un pueblecito de Andalucía, donde todos pensaban que la chica era china (os podéis imaginar).
Más tarde llegaron unos amigos americanos de Dawa; bueno, en realidad se habían conocido hacía unos días. Dos de ellos vivían en Perú donde habían montado unas clínicas quiroprácticas y otro acababa de pasar tres años en Corea enseñando inglés. Los quiroprácticos habían venido a un congreso en Inglaterra y de paso habían decidido viajar un poco por Europa con su amigo recién llegado de Corea. Me encantó que nos juntáramos con un grupo tan internacional, gente que vivía y trabajaba en países distintos de los de su origen (incluida yo), y todos estábamos aquella noche en Ámsterdam.
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Viaje a Ámsterdam y alrededores 2012
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