O el Valle de los Milagros, como así lo llamaron los que recorrieron estas sierras de Alcira para descubrir, en el corazón del bosque, algo hermoso, La Murta.Un lienzo vegetal ensoñador, matizando verdes, fusionando aromas de tierra mojada y plantas aromáticas, perfilando las piedras de unos muros en ruinas sobre las montañas rocosas y su cielo cambiante. Este es un rincón valenciano donde existen sierras abruptas con cuevas y simas. Valles fértiles, coloreados de naranja y en ocasiones también de blancos, creando un paisaje de gran belleza que no tiene semejanza con la típica vegetación mediterránea. La Murta fue aquel lugar que descubrieron los monjes servetanos en el siglo IV y que redescubrieron los jerónimos, mil años más tarde. Es un paraíso que nos ofrece el senderismo de montaña entre la vegetación, la roca y el agua que ha ido transformando y modelando unas edificaciones que, un día, se sirvieron de la propia naturaleza para existir. Monasterio, puentes, acueducto, canalizaciones, fuentes, balsas, molino…Nos encontramos en Alcira, la capital valenciana de la Ribera Alta. Alzira, cuyo nombre viene del árabe Al-Yazirat (isla del Júcar). Una villa cuyo escudo fue donado por Jaime I de Aragón siendo el suyo propio. Aquel que mostraba una llave atravesada simbolizando que cerraba su reino. Una ciudad que sufrió una gravísima inundación en 1982 debido a la pantanada de Tous y que supo recuperarse de aquella desolación.A unos siete kilómetros de Alcira nos vamos a encontrar con el valle idílico de La Murta. A pie del Cavall Bernat y donde los extensos campos de naranjos van cediendo protagonismo a densos bosques de pinos que van tapizando las ladera de estas montañas. En lo más profundo se encuentran las ruinas de un monasterio que fue idolatrado por reyes, nobles y peregrinos.Circulamos por la CV-50 en dirección hacia Tabernes de Valldigna. Una rotonda nos obliga a girar a la izquierda. Seguimos las indicaciones de La Murta-La Casella. Por una carretera asfaltada que nos va a permitir ver el gran edificio que fue la fábrica de Avidesa, nos vamos internando entre casas y campos de naranjos hacia el área recreativa que nos impide seguir con el vehículo. Al acceder a la Murta daremos nuestros datos al guarda. Desde aquí podemos realizar cinco rutas de senderismo según nuestras condiciones físicas: ruta de los Monasterios (GR-236), senda botánica, senda histórica, Creu del Cardenal y Cavall Bernat. Nosotros vamos a realizar las más cortas y sencillas. Dirigimos nuestros pasos por la umbría de la Murta para dejarnos sorprender por bosquetes de fresnos, olmos, pinos, laureles, mirtos, plantas aromáticas y helechos. Vamos hacia el monasterio de la Murta por la senda histórica. El camino se va estrechando y la vegetación lo envuelve. Nos llama la atención un peiró. A la derecha de esta ruta de senderismo aparece una cruz de hierro anclada en una piedra. Nos indica que existe un lugar devoto muy cerca. Estas cruces de término o humilladeros como se denominan en otros entornos, solían encontrarse en los caminos y pueblos señalando un lugar de peregrinaje.Inmersos entre una vegetación muy cerrada llegamos a un cruce de caminos y un monumental pino que marca la entrada al sendero del Paso del Pobre. Un camino muy estrecho que nos sumerge en los latidos de los peregrinos que por allí anduvieron.Fue el Paso del Pobre un sendero que unió dos monasterios: Aguas Vivas y La Murta. Durante la Edad Media el ser humano concebía su vida en la tierra como un peregrinaje hacia la eternidad. Por eso, todos aquellos que lo necesitaban, iniciaban su marcha hacia lugares sagrados. Y no solo se podían ver por estos caminos a personas muy humildes sino que también a reyes y nobles. Aunque, claro, mientras los primeros acudían con la única fuerza de sus piernas y corazón, los segundos iban a lomos de caballos o sentados en carruajes. Desde La Murta tomaban este camino que llevaba hasta los contrafuertes de La Casella y por el Camí Vell se dirigían hacia el monasterio de Aguas Vivas. Algunos, preferían seguir su camino hacia la Valldigna o los mas alejados que se encontraban en La Safor. Los peregrinos podían elegir una ruta más llevadera para andar pero mucho más larga en extensión (18 Km) o una muy corta de tan solo cinco kilómetros pero con una pendiente muy pronunciada que la hacía muy peligrosa.Si nos giramos hacia la izquierda veremos un puente de piedra escondido entre la vegetación. Es el puente de Felipe IIel que nos va a permitir llegar a las ruinas del monasterio de La Murta. Le dieron este nombre porque el rey y su hija la infanta Isabel Clara Eugenia visitaron el monasterio en 1586 para inaugurar este puente que salvaba el barranco de la Murta. Felipe II mantuvo una gran relación con la orden de los jerónimos. Recordemos que fue él quien mandó construir El Escorial para luego ser enterrado allí.Y llegamos a uno de los rincones más mágicos de estos entornos, las ruinas del monasterio de La Murta.Cuentan que en el año 586 algunos eremitas que se vieron obligados a huir de África fundaron en el valle un monasterio que sería destruido por los musulmanes cuando invadieron estas tierras del sur de Valencia. Algunos de ellos murieron en el ataque, otros, se vieron obligados a buscar otras tierras.Fue Pedro I el Ceremonioso quién donó esta propiedad a unos monjes con el fin de que construyeran un monasterio de la Orden de los Jerónimos. Así fue. Y la Murta alcanzó un gran esplendor cultural y religioso al convertirse en un destacado centro de acogimiento espiritual. Pero llegó el siglo XIX y la desamortización de Mendizábal. Y la clausura del monasterio y la expulsión de los once monjes que allí vivían… A partir de este momento, La Murta iniciaría una carrera desenfrenada hacia su propio abandono y ruina. Se convirtió en presa cautiva de su propia vegetación.
En estas ruinas vamos a poder apreciar algunas paredes del templo, algún arco interior de medio punto, una puerta barroca y algunos restos de pinturas con escenas navales. Pero sin duda, lo que más nos va a llamar la atención es la torre defensiva que todavía se encuentra en buen estado y que nos proporciona la imagen de una edificación defensiva. En frente de estas paredes semiderruidas vamos a ver una pequeña casa. Y a través de una ventana con reja, la piedra de un molino y algunos aperos colgados en la pared. Y es que los monjes fueron capaces de autoabastecerse en este rincónnatural tan alejado. Aquí, con este molino de tracción animal, molían la oliva. El animal daba vueltas girando un eje que movía la piedra. Las olivas se echaban dentro de un recipiente. Lentamente iban cayendo a la muela y el rulo las aplastaba. La pasta era destilada para conseguir la primera prensa, el aceite virgen.Al lado de la almazara nos encontramos con otro edificio con un gran muro y una casa. Son los jardines románticosque solo abren de 12 a 14 horas… Datan del siglo XIX y fueron construidos a raíz de la reforma que se realizó en la hospedería con el fin de proporcionar un lugar de sosiego y tranquilidad. Estos jardines se cultivaron siguiendo los modelos románticos de aquella época. En el centro, un gran estanque con agua y vegetación. A su alrededor, creando un ambiente muy acogedor se dibujan magnolios, olmos, palmeras y frutales que proporcionan descanso y sombra. A la derecha, una pequeña capilla dedicada a la virgen de la Murta que está decorada con azulejo valenciano.Seguimos andando. Nos encontramos, quizás, en el lugar más hermoso de esta ruta de senderismo. Nostálgico, ensoñador, romántico… Y más si de pronto estalla una tormenta que hace tintinear el agua de las balsas, corretear con más fuerza el agua del canal y vestir de un halo mágico el perfil del monasterio y dispersar el olor a tierra mojada…Dos grandes balsas van recogiendo el agua que trae el canal del acueducto. Pececillos de colores le dan una nota simpática. Seguimos el sendero al lado del canal abierto y vamos ascendiendo entre matorral bajo hasta las ruinas medio escondidas de la ermita de Santa Ana. Aquí también podemos ver los restos de pinturas en una de sus paredes. A nuestra derecha, el acueducto con tres arcos. Pasamos por el más amplio y seguimos ascendiendo por el sendero hasta la fuente de La Murta que es el final de esta ruta de senderismo.
Volvemos sobre nuestros pasos.Seguramente te habrás fijado que en los postes de madera hay tres marcas pintadas: roja, blanca y verde. La verde y blanca nos indica que estamos recorriendo un sendero local, como éste que hemos realizado. La roja y blanca nos muestra la existencia de un sendero de gran recorrido. En este caso es el GR-236, Ruta de los Monasterios. Un camino que une estos edificios religiosos de tres comarcas valencianas: la Ribera Alta, el Valle de Albaida y La Safor.Es un gran recorrido de 87 kilómetros si lo realizáramos andando y de 60 kilómetros si lo hiciéramos por carretera. Una ruta que une los monasterios de La Murta (Alzira), Santa María de Aguas Vivas (Carcagente), Santa María de la Valldigna (Simat de la Valldigna), Cotalba (Alfahuir) y Corpus Christi (Lluxent).
Monasterio de Santa María de la Valldigna
Regresamos por el mismo sendero con el pensamiento puesto en realizar otra de las rutas de senderismo en el corazón de La Murta… ¿Te apetece?