Recortando historias

Publicado el 05 octubre 2015 por Elena Rius @riusele

20.000 leguas de viaje submarino

 Las buenas ilustraciones, ya sean de álbumes infantiles o de novelas, deben ir más allá del texto: representar lo que el texto dice y al mismo tiempo aportar algo más que no está ahí, que es lo que añade la mirada del artista. Igual que un novelista selecciona una serie de aspectos de la realidad para confeccionar la historia que nos ofrecerá, el artista -dibujante, pintor, escultor, fotógrafo...- tiene una forma peculiar de mirar el mundo y es esa mirada la que luego nos devuelve una obra en la que reconocemos algo familiar, pero también algo nuevo, algo que nos sorprende, nos intriga o nos emociona. Su Blackwell es uno de esos artistas. Su obra consta mayoritariamente de lo que podríamos llamar "arte en papel", unas delicadísimas, casi inverosímiles, esculturas hechas a partir de libros. No es la única practicante de esta modalidad artística -en entradas anteriores he mencionado a otros-, pero para mi gusto es la que muestra mayor sensibilidad, o al menos la que a mí me resulta más evocativa y sugerente. En especial, porque Su no se limita a utilizar los libros como soporte o materia prima, sino que cada escultura guarda una relación directa con el libro a partir del cual está hecha, lo reinterpreta y lo traduce a un lenguaje lleno de magia y poesía.  

El barón rampante

 Tal como ella misma define su método de trabajo:
"Empiezo por leer el libro, luego selecciono una palabra o una frase y una escena que me inspira. Para representar el pasaje que he elegido, esbozo mi idea sobre papel, recorto las formas en las páginas del libro y luego pego las palabras de la escena sobre estas. Construyo físicamente imágenes a partir de las palabras que hay en la página."

Actualmente, esta artista está exponiendo en la galería Long & Ryle de Londres sus obras más recientes, agrupadas bajo el denominador común de "Viviendas", unas esculturas que incluyen viviendas como faros, casitas de madera, cabañas en un árbol y edificios, que parecen estar habitados porque a menudo están iluminados, pero que a menudo resultan solitarias y, sobre todo, enigmáticas. Invitan, desde luego, a leer la historia sobre la que se han construido.  

El cuervo

Los buscadores de conchas

 

Cumbres borrascosas

La mujer cigüeña


Matar a un ruiseñor