Mi agosto en invierno...
Llevo algunos días rememorando aquel anochecer de invierno, sola a punto de subir al tren,
cuando él llegó lleno de sonrisas y me invitó a cenar ravioli en el italiano de la esquina con manteles a cuadros.
Y después, con el brazo en la cintura caminamos la noche de ciudad universitaria fría y húmeda.
No creo que me hable en silencio hoy ni que se repita. El mar, dos orillas distintas, la vida dando vueltas a la esquina.
Pero qué lindo. Me dejó un recuerdo único, palpable en el sueño.
Amor en pasado. Presente pretérito en la estación a punto de llegar el tren. Un alfajor, la mochila con apuntes y el italiano abierto en la esquina.