Hace ya años llegó a mis manos una antigua traducción de libro de Lucrecio titulado "De
La placa que hoy comento y recuerdo, al contrario que otras anteriores, forma parte de mi paisaje cotidiano, pues paso a menudo por esta calle desde la Plaza de Jacinto Benavente para ir a coger el autobús que me lleva a casa. Al principio la encontré de pura casualidad. Luego se ha convertido en un pequeño lugar al que mirar cad
Pienso a menudo en el personaje tan vital que fue el abate Marchena y en sus últimos momentos precisamente aquí, en esta casa. Eran los tiempos del trienio liberal, de un pequeño espejismo de libertad tras el pronunciamiento de Riego. Marchena, varias veces exiliado, llegó a Madrid a comienzos de 1821. Se alojó en casa de su amigo Juan MacCrohon, y debió caer enfermo muy pronto. No por ser un liberal dejó de recibir un sepelio religioso en la cercana parroquia de Santa Cruz. Su muerte se convirtió en un acontecimiento político para el Madrid de la época. Volvieron luego los tiempos absolutistas y España continuó siendo un vaivén de guerras, exilios y discontinuidades. Pero ahí queda, en un rincón de nuestra historia, la figura y la obra del "latinista liberal" José Marchena, quizá de la misma manera que ha quedado también en este discreto rincón su recuerdo en una placa.En un país consagrado a toreros y futbolistas estos pequeños recuerdos dan la (in)justa medida de la historia.
Francisco García Jurado H.L.G.E.