Recuerdos de Castrojeriz

Publicado el 05 marzo 2022 por Monpalentina @FFroi

El 22 de junio de 2018, pronuncié mi pregón en las Fiestas de Castrojeriz, inolvidable encuentro con los míos, con mis raíces, en mi intento de "ser profeta en mi tierra".

Alfonso Santamaría Diez

A mis padres y hermanos, hijos de Castrojeriz.


Fue un honor para este humilde castreño pregonar ante mis paisanos, teniendo como testigos a la alcaldesa y corporación, a la reina, damas de honor, galán de las fiestas y peñistas. Sentí orgullo por mi privilegiada elección, me sentí agradecido, y hablé del glorioso pasado, y el valioso patrimonio de la Monumental, Realenga y Muy Leal Villa de Castrojeriz, una de las poblaciones de mayor riqueza monumental de todo el Camino, con un patrimonio que lo elevan a la categoría de punto clave de la Ruta Jacobea, Bien de Interés Cultural, y Conjunto Histórico Artístico, lugar atractivo para peregrinos y turistas.

Presumí de haber nacido en Castrojeriz, y me identifiqué como Alfonsito, hijo de Esteban y Basi, nieto de Aniceto Santamaría y Saturnina Gutiérrez, y de Mauro Diez y Justina Virtus. Recordé los quehaceres de mis abuelos: Aniceto "El Esquilador", que esquiló con sus tres hijos: Esteban, Dionisio y Benedicto, cientos de ovejas en toda la comarca. Mi abuela Saturnina "La Montañesa", fue dura y recia por haber nacido en Sostregudo, término de la Peña Maya. Mi abuelo Mauro ejerció de "Veredero", y recorrió durante muchos años las calles de Castrojeriz, tocando la "Esquila de las Ánimas" cuando alguien fallecía. Artista en las labores del campo, especialista en arada y ganador de premios, además de ser Enlace Sindical. Quién en el Barrio del Manzano, no recuerda a mi abuela Justina, mujer de raza, gracia y coraje insuperable.

Asistió al acto mi padre, con 89 años, que recibió mi particular homenaje como portento de Castrojeriz. Como decía mi madre: "En Castrojeriz hizo el bachiller, se diplomó en Valladolid, y se doctoró en Palencia". Toda la familia nacimos aquí, somos hijos de la villa, obligados a emigrar, lo mismo que los hermanos de mis padres. Otros antes que ellos, y otros después que ellos se fueron de Castrojeriz en busca de un porvenir que no encontraron en su pueblo. Se llenó el País Vasco de "Castreños", algunos se quedaron en Burgos, y otros terminamos en Palencia. En palabras del gran poeta y escritor de Villalón de Campos, Santiago Redondo Vega: "Son todos esos hijos de la memoria que se nos han ido escapando, como el agua entre las manos, y que por mucho que tratemos de apretar, no conseguiremos retenerlos".

En Castrojeriz, el tío Félix con sus sobrinos


Durante el pregón rememoré inolvidables recuerdos vividos en mi niñez en Castrojeriz: acarreos al alba, trillas con solana en las eras, parvas de grano, veldas de titos y garbanzos. Recuerdos del pajar, de las cuadras y corrales, de ver sacar la miel de los panales, de las matanzas del cochino, de la degustación de asadura e hígado, calduchos, jijas, morcillas y chorizos; de los sabrosos cocidos con relleno, las sopas en puchero con rica costra, elaboradas en la hornacha de la trébede; de lo bien que se estaba en invierno en el comedor al calor de la gloria. Recuerdos de mis paseos en burro hasta el majuelo de mi abuelo, de ir a llenar el jarro a la bodega, de pescar cangrejos con mi tía Pilar, y esconder el fardel cuando venía el guarda.

Recuerdos de mis años de infancia, de mi época de párvulo en la Escuela de San Juan, en la antigua Casa de los Gutiérrez Barona, y después en infantil en la escuela de mi barrio, el antiguo Palacio de los Condes de Castro, dos colegios que en la Edad Media tuvieron el honor de ser palacios. Salí de la escuela y de Castrojeriz con cinco años, y volví a la misma escuela con diez, porque quiso mi madre que mi hermano naciese también aquí; y en el mes de mayo de 1966, desde un pueblo de Valladolid, vino mi madre a parir a casa de su madre.

Encuentro de los Diez Virtus. 31/8/2019. Foto Óscar del Mesón de Castrojeriz.

Nostalgia de los buenos ratos pasados en el patio del Sindicato, frente a mi casa en el Arco de la Sardina, de los juegos, con mis primas de Burgos, y mi primo de Baracaldo, en la Rinconada del Barrio del Manzano, en la fuente con pilón, en la Tejera; en el atrio y en el abrevadero de la Colegiata; en las eras, y en el castillo. Inolvidables veranos en Castrojeriz, así como añorados y recordados encuentros, por la Virgen de Agosto, de la familia Diez Virtus en el Barrio del Manzano, en el corral de la casa de los abuelos, acondicionado con esmero para la ocasión por mi tío Bernardo.

Ruinas de San Antón. Foto Alfonso Santamaría


Gastronomía de altos vuelos, en la que nunca faltó un buen lechazo, que encargaba mi tío Félix a su amigo el pastor. Tampoco faltó la ensaladilla, ni las morcillas de Burgos, ni los callos; ni los cangrejos pescados por mi padre; ni melones y sandías procedentes de Palencia. Tras la comida se organizaban las partidas de mus, las mujeres jugaban al cinquillo, y yo aprovechaba para recorrer Castrojeriz en toda su extensión. Volvía a patear mi pueblo con entrañables recuerdos al paso por la casa de mis tíos Luis y Pilar, por la iglesia de Santo Domingo, por la casa de mis padres en el Arco de la Sardina, y el gallinero haciendo tapia con la Puerta del Monte. Tras recorrer este bello parque subía a la plaza mayor, después al castillo, y bajaba a la iglesia de San Juan, para pasar por la casa de mi abuelo Aniceto, y caminaba hasta la famosa cuesta de Mostelares, y disfrutaba de su magia cuando alcanzaba el páramo.

Fuente de la Puerta del Monte, Alfonso Santamaría


La tarde era larga y daba de sí, descendía Mostelares y volvía a Castrojeriz en busca de su precioso convento a comprar unas pastas, paraba después en la mítica fuente de la Canvija, y me dirigía a la iglesia de la Virgen del Manzano; algunos años me iba a disfrutar de las Ruinas de San Antón. Llegaba a casa a la hora de la cena, que consistía en terminar las sobras de la comida, para pasar después al plato estrella, bacalao al pil pil, obra maestra de mi tío Vicente.

Recordé en mi pregón la desaparición de viejos y añorados bares, como el Bar Francés, frente al Mesón de Castrojeriz, el Bar Carlos, al lado de la Puerta del Monte, el de Esturnio, en la Plaza Mayor junto al Casino, y el Bar Terraza frente a la Sindical, además de la tienda de Ultramarinos de Moratinos, la tienda de Electrodomésticos Yagüez, y la de bicicletas de Lolo, al lado de la fragua de Marcial y Cristino. Tampoco me olvidé de la pintada, ¡¡VIVAN LOS QUINTOS DEL 65!!, que figuró durante muchos años en lo más alto del desaparecido frontón de la Puerta del Monte.

No olvidé en mi pregón mencionar a los establecimientos y negocios que dan vida al pueblo, a los hosteleros, comerciantes y empresarios, de las tiendas, la farmacia, los magníficos bares, mesones, restaurantes y tabernas, en los que bien merece reposar y repostar, y gozar de sus tapas y fogones. Todos ellos son parte fundamental en la explotación del potencial turístico que genera el Camino de Santiago. En Castrojeriz el peregrino, el visitante, o el turista se encuentra con una amplia oferta de establecimientos, gracias al potencial de la Ruta Jacobea.

Finalicé mi discurso con unas palabras de reconocimiento a todos los vecinos de Castrojeriz, quienes viven en mi pueblo y lo mantienen vivo, aquellos sin cuyo esfuerzo, esta villa no estaría en pie, y mucho menos sin el asentamiento de los jóvenes castreños, futuro de la villa.

Mi aplauso y reconocimiento para todos ellos.


Ver también del mismo autor:
Castrojeriz, hito del Camino de Santiago

De la serie Pueblos y Ciudades con encanto
©CURIOSÓN