Era un edificio antiguo con ventanales muy altos, cada uno con persianas típicas verticales plegables, amplios vidrios, y cortinas que también reflejaban muchos años de servicio. La habitación - que luego resultó tener un parecido con la sala de internación de cirugía del hospital - tendría unos 8 metros por 4, más o menos, y recuerdo dos o tres ventanas que daban hacia la esquina norte de la intersección (de la que tengo mucho para contar), es decir, cruzando la calle Sarmiento, y una ventana más que daba hacia la esquina sur.
Sobre la calle 9 de Julio estaban las también antiguas puertas por las que se ingresaba a la clínica, situadas a continuación de esta sala, y pasaban por esa vía numerosos automóviles, varios ómnibus urbanos y también había una parada de taxis, que no eran blancos como los reales en Esquel sino amarillos al estilo neoyorkino.
Aquí coloco un punto y aparte que me permita separar este apunte del que le seguirá, si Dios quiere. Quedo a la espera de la continuación del relato, pues seré como de costumbre no solamente quien lo escriba sino también el primero en leerlo (y seguramente en sorprenderse con él).(continuará)Daniel Aníbal Galatrodanielgalatro@gmail.comEsquel - Chubut - Argentina