Recuerdos de una Alegría Efímera – 10

Publicado el 20 diciembre 2019 por Carlosgu82

Diecinueve de enero del dos mil dieciséis – Dormitorio

Soledad, descrita por un introvertido

Hace tiempo que no experimento tal sensación. Es como si a los que somo diferentes les dieran un enorme trozo de chocolate amargo en un invierno muy crudo.

Es tanta la alegría saber que mi persona no es la única en este mundo.  Existen algunos escondidos en personas de a pie que transitan en la vida sin saber que son realmente.

Apetecible y satisfactorio.

Muchos afirman que estar solos es lo peor que a uno puede pasarle. No poder socializar, no poder compartir, no tener a nadie.

Pero eso es solo una vieja historia de los envidiosos que no pueden soportar estar son algún contacto social para encontrarse a uno mismo.

Nosotros, no negamos que es importante la compañía de ciertas personas, pero de ahí a morirnos por no tener a nadie es absurdo.

Cada uno de nosotros maneja un mundo propio en la mente. El mudo interior, interesante y misterioso. Refugio para muchos de nosotros freten a los problemas del mundo en el que no podemos hacer nada.

Yo he dividido mi mundo en varias secciones como si de una ciudad fuese. Cada órgano representa un lugar especial.

Personas dentro de mí, dirigiéndome para un buen actuar.

Es increíble ser como soy…

Veinte de enero del dos mil dieciséis – Dormitorio

Otro día más que pasa sin pena ni gloria. Solo escucho a los demás tener grandes tareas. Música para amenizar sus quehaceres.

Falta mucho para que acabe todo esto. Las vacaciones son divertidas hasta cierto punto, pues cuando llega al tope, no sabes que hacer.

Sin novedades en el frente. Frase que me queda pegada después de muchos juegos bélicos. Soy un adicto a ese tipo específico de juegos.

Creo que en estos silenciosos momentos es propicio crear poema:

“Una mañana de invierno, mientras cae las gélidas lágrimas de nuestro firmamento azul

Me delito al abrazo del fuego con una tasa de chocolate.

Voy a pasos fantasmales hacia el balcón para vislumbrar el campo blanco.

Llego, abro los portones de vidrio azul y me quedo admirado de tal paisaje.

Que hermosa es la vida. Qué bello es vivir…”