¿Quién no recuerda a su abuelita tricotando con esas agujas largas, largas, o con los pequeños ganchillos? Eran auténticas magas que convertían una madeja de hilo en jerseys, mantas y mil otras cosas. Yo recuerdo que mi madre nos pedía siempre ayuda para montar las madejas cogiendo esas largas tiras de lana que se convertían primero en madejas para luego poderlas tricotar. Con las manos hacia delante, como si fuera un muñeco articulado, iba viendo de manera hipnótica como se movía la lana. Hacer manualidades es algo muy relajante y que se ha perdido con el tiempo. Mi abuela siempre estaba con una aguja en la mano y mi madre recuerda ir a centros donde se reunía con otras madres para coses y charlar. Yo he querido heredar ese bonito arte. Hace muchos años hice dos mantas de ganchillo que me quedaron bastante apañadas. De hecho ahora mis enanos se tapan con ellas en el sofá o montan sus cabañitas. Cuando empezó la borágine de los bebés, dando el pecho, meciendo, cambiando pañales, tuve que dejar las agujas. Pero ahora que mis pequeños se entretienen pero reclaman mi presencia, paso las tardes con ellos y mientras juegan yo he empezado a hacer una tercera manta. Esta vez he escogido el que se llama popularmente "Punto de la abuela" con tonos rosas y grises. Por ahora llevo unos cuantos cuadros hechos y cientos de puntos de relajación.
¿Quién no recuerda a su abuelita tricotando con esas agujas largas, largas, o con los pequeños ganchillos? Eran auténticas magas que convertían una madeja de hilo en jerseys, mantas y mil otras cosas. Yo recuerdo que mi madre nos pedía siempre ayuda para montar las madejas cogiendo esas largas tiras de lana que se convertían primero en madejas para luego poderlas tricotar. Con las manos hacia delante, como si fuera un muñeco articulado, iba viendo de manera hipnótica como se movía la lana. Hacer manualidades es algo muy relajante y que se ha perdido con el tiempo. Mi abuela siempre estaba con una aguja en la mano y mi madre recuerda ir a centros donde se reunía con otras madres para coses y charlar. Yo he querido heredar ese bonito arte. Hace muchos años hice dos mantas de ganchillo que me quedaron bastante apañadas. De hecho ahora mis enanos se tapan con ellas en el sofá o montan sus cabañitas. Cuando empezó la borágine de los bebés, dando el pecho, meciendo, cambiando pañales, tuve que dejar las agujas. Pero ahora que mis pequeños se entretienen pero reclaman mi presencia, paso las tardes con ellos y mientras juegan yo he empezado a hacer una tercera manta. Esta vez he escogido el que se llama popularmente "Punto de la abuela" con tonos rosas y grises. Por ahora llevo unos cuantos cuadros hechos y cientos de puntos de relajación.