Uno de los recursos que son fundamentales para adquirir un buen conocimiento de las propias emociones es el diálogo. Recordemos que los niños, en sus primeros años, aprenden de los modelos que conocen, mayormente los padres. Así que, tenemos que dar el mejor ejemplo y prestar palabras para que en esos primeros años, sepan canalizar esas emociones que sienten.
Uno de los ejercicios que hago con mi hija de tres años, casi cuatro, es contar al final del día, qué ha hecho. Y a partir de sus actividades, buscamos cómo se ha sentido, si le ha gustado, si ha estado contenta, si ha sentido enfado o frustración, y tratamos de canalizar esos sentimientos y buscar soluciones para algunos que no le gusten.
Con la pequeña, el diálogo no funciona del todo. A ella le van más los gestos. Sabe que si me da un beso o un abrazo me pongo contenta, que si hacemos cosquillas, nos reímos... Así que toda la familia establece unos "códigos" hablados, y empieza la diversión. Al final de la tarde, es muy agradecida, o cuando hace un buen rato que no te ve, se acerca corriendo y te da un buen abrazo mientras te dice "mamáaaa", o te acaricia la cara para que sonrías. Comprende cuando alguien está cansado o enfadado y trata de alegrar el momento. ¿Imitación? o¿ inteligencia emocional?
¿Te ha gustado? Este mes, ¡Mamá qué sabe! continua su -nuestra- propia revolución, con el mes de las emociones, podréis leer muchos más recursos en su página de fb, así como durante estos días en mi blog. Animaos a participar y a comentar.