Uno de los métodos para ayudar al niño a expresar sus emociones es el dibujo. Se trata de un medio de expresión donde pueden volcar sus emociones en forma de juego. El padre o el maestro puede pedirle que dibuje en un papel el motivo por el cuál se siente mal en ese momento. O mirándolo con retrospectiva, y convirtiéndolo en un juego, dar las instrucciones de dibujar lo primero que se le ocurra cuando ha pasado algún incidente. (piensa en cómo te sentiste cuando jugaste con tu amigo; piensa con qué color pintarías en el folio cuando tu amigo te gritó, etc...). El hecho de dibujarlo ayuda a descargar la emoción. Es lo que se llama proyección de la emoción.
A medida que vamos creciendo, nuestros padres suelen repetir las expresiones de emociones positivas, y así se nos va enseñando a controlar las emociones negativas. Al no sentirnos libres de expresar estas emociones, porque no cuentan con la aprobación de nuestros padres, no se aprende a canalizarlas bien. Si no las mostramos, las reprimimos, y al reprimirlas no aprendemos formas “sanas” de expresarlas.
De la misma manera, podemos usar un muñeco de papel o cartón, como reflejo del niño. Puede ser guiado por el niño, siendo el muñeco el reflejo de él; o bien, guiado por el padre o el maestro, para ver las reacciones y soluciones del menor.
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