- Conectar con la mirada de un niño en la fila del supermercado.
- Contemplar un perro que pasea por la calle moviendo la cola.
- Recordar una situación de plenitud al escuchar una tema musical que están pasando por la radio en el auto o en un negocio.
- Decir “gracias”, “buen día”, “por favor” con una sonrisa franca.
- Saludar y hacer reír al Granadero de Guardia en la Casa Rosada.
- Tomar un cafecito con un amigo y decirle cuánto lo queremos.
- Besar a un ser amado.
- Abrazar a los que ofrecen abrazos gratis y disfrutar de las lindas locuras.
- Darle de comer a un niño de la calle, en vez de una moneda
- Tomarse un helado y sentarse al sol disfrutando de Buenos Aires.
- Cantar una zamba de Falú y Dávalos.
- Escribir un poema, y aunque no sea bueno, saber que es nuestro y es sentido.
- Trabajar la madera para hacerle un regalo a un amigo.
- Ver las gotas de rocío en una flor al despuntar el alba.
- Compartir un amaneceer abrazado a tu pareja.
- Amasar pan en familia, ¡y con harina integral!
- Ayudar a tus hijos a hacer la tarea de la escuela.
- Comprobar con una sonrisa que un alumno te supera.
- Cerrar los ojos, sentir la respiración, sentir el cuerpo y reencontrarnos con el niño que fuimos.
- Caminar bajo la inesperada lluvia en la ciudad, dejando de lado la preocupación de quedar empapados.
- Hacer jueguitos con la pelota que nos llega a los pies de unos niños que juegan al fútbol en la plaza.
- Saltar con las niñas que juejan al elástico o a la rayuela.
- Desafiar las supersticiones y pasar por debajo de una escalera
- Levantar una latita de gaseosa que acaban de tirar en la calle delante nuestro, y depositarla en un tacho de basura.
- Sacarle una foto a una pareja de turistas y “robarles” una sonrisa o un beso.
Por Víctor Raiban