Después de un inesperado retraso y una nominación al Globo de Oro a la mejor comedia o musical, RED se estrenó para corroborar lo que muchos nos temíamos: tan sólo se parece al cómic en su planteamiento inicial, en presentarnos a un ex-agente de la C.I.A. que se ve obligado a volver a entrar en acción cuando la propia agencia intenta eliminarle por los secretos confidenciales que pueda revelar.
Esto no hubiera sido un inconveniente si la película de Robert Schwenke hubiera mantenido el ritmo de la primera hora de metraje, en la cual toma el cómic como punto de partida para desarrollar una comedia de acción con un frenético montaje y una divertida banda sonora. Sin embargo, según se acerca la mitad del filme, el ritmo conseguido se desploma, el guión pierde el poco gancho que tenía, disminuyen los momentos cómicos y los personajes deambulan de un lugar para otro sin saber muy bien por qué. El villano se hace bueno, desaparece uno de los supuestos protagonistas sin importarle a nadie, desconocemos los motivos del nuevo malo de turno y todo termina con un final previsible y anticlimático a más no poder.
Una pena reunir a un reparto excepcional para la ocasión y que luego esté desaprovechado en una trama tan pobre. Bruce Willis se pasea por la película poniendo la misma expresión socarrona que el "Señor Iglesia" de The Expendables, la presencia del gran Morgan Freeman casi puede considerarse un cameo, Mary-Louise Parker interpreta a una dama en apuros de excéntricas reacciones y nadie sabe muy bien qué pinta en todo esto el personaje de Karl Urban. Por suerte, Helen Mirren y Brian Cox protagonizan momentos simpáticos, aparecen brevemente Richard Dreyfuss y Ernest Borgnine y el personaje pasado de rosca de John Malkovich es el que más carcajadas produce a los espectadores.
Queda la sensación de que RED prodría haber dado mucho más de sí. Aunque entretenga por momentos, lo más destacable termina siendo la posibilidad de ver tantas caras conocidas compartir plano.