El Tribunal de Apelación de Nueva York está a punto de resolver sobre la demanda de Brooke Barone, de 33 años, contra Elizabeth Cleland, de 31. La primera pide ser reconocida como madre del hijo de su expareja Elizabeth, concebido por inseminación artificial antes de que ambas mujeres se separasen. En su defensa, alega que fue quien cortó el cordón umbilical al nacer el bebé, le cambiaba los pañales, le daba el biberón y lo llevaba al médico cuando tenía un catarro. “Yo era su segunda mamá”, afirma.
Se esperan más sentencias en casos similares en Maryland y Massachusetts, en una tendencia que quizá redefina el concepto de paternidad desde el punto de vista de los intereses de los adultos, pero no el de los menores. La familia ya no es lo que era –sostiene el activismo LGTB interesado en que prosperen estas demandas–, habría que ampliar el concepto de paternidad para adaptarlo a las “nuevas realidades familiares”.
Se estima que un 15% de las parejas homosexuales no “casadas” en Estados Unidos tienen menores a su cuidado. Redefinir el matrimonio ya no es suficiente; lo próximo en la tendencia disolvente de la familia es redefinir la paternidad fuera del matrimonio.