Maryclen Stelling
En anteriores ocasiones hemos explorado las redes en tanto “tecnologías afectivas” que inciden directamente sobre el paisaje de la polarización.
Es imperante realizar un profundo análisis de las dinámicas que circulan por las redes, del papel político que cumplen tales dispositivos en la movilización de las emociones, en la promoción descarada de repertorios y estrategias políticas para la confrontación y, por ende, en detrimento del diálogo. Analizar las reacciones afectivas que se producen y fomentan; las etiquetas emocionales que se construyen sobre personas, situaciones y cosas, que circulan públicamente e influyen directamente sobre la percepción y juicios afectivos. Las declaraciones emotivas que mezclan hechos con opinión y representan expresiones personales de sentimientos positivos o negativos ante el comportamiento de los otros. Unas redes que simulan la forma en que reaccionamos o deseamos reaccionar políticamente en la vida real.
En esa dirección hemos denunciado los discursos del odio, que promueven y refuerzan la patología de la crueldad transmedia, suerte de entrenamiento para el distanciamiento, insensibilización, ausencia de empatía y crueldad hacia el otro. Caldo de cultivo para los linchamientos transmedias. Hemos alertado sobre el afianzamiento de “la dramaturgia del miedo”, la espectacularización y dramatismo en el miedo a ese ”otro”.
Redes de la afectividad negativa que construyen repertorios políticos, defienden una u otra causa y definen la estrategia política para la acción y confrontación del otro. Formas de control social que fomentan ciudadanías del miedo y del odio, además de torpedear procesos de reencuentro, reconocimiento, reparación, dialogo…
Es obligante promover las redes del dialogo, abocadas a construir una nueva afectividad para la acción colectiva.
Tarea que implica retos. Estimular una nueva afectividad para la acción colectiva y fomentar una nueva ciudadanía que actúe conjuntamente en busca de intereses compartidos. Construir repertorios políticos para la reconstrucción del tejido social basados en la empatía y la confianza. Impulsar e instalar en las redes nuevas agendas en la procura de intereses compartidos en defensa de la paz.Proceso multidimensional que afronta el reto del salto cualitativo de redes del odio a redes del dialogo.