Stefan Zweig (1881-1942), judío cosmopolita, brillante intelectual, escritor completo y destacado en todos los géneros. Fue uno de los autores más populares de la Europa de entreguerras, para después caer como tantos otros en el olvido. En los últimos años, las reediciones de sus obras (gracias, Editorial Acantilado) han permitido que los lectores actuales redescubramos a este pacifista que desde su literatura abogó por la concordia europea.
Apasionante biografía
Bajo el título El mundo de ayer. Memorias de un europeo, Stefan Zweig narra una especie de autobiografía en la que lo fundamental, por encima de las peripecias personales, es el retrato de esa Europa donde se produce la derrota de la civilización y la cultura acaba sucumbiendo a los instintos. Fue escrita en 1940 desde el Brasil que acogió su exilio, mientras sus obras sufrían la prohibición en su Austria natal tras haber vivido el éxito y la fama mundiales.
El primer título que Zweig pensó para su biografía, Mis tres vidas, pone de relieve los tres periodos claros en los que puede dividirse su vida: primero, los años de crecimiento intelectual en Viena, su ascenso literario y sus viajes hasta la I Guerra Mundial; segundo, las dos décadas de constante trabajo y éxito; y tercero, el exilio que, ante la barbarie de la II Guerra Mundial que destruía Europa, acabaría con el propio suicidio de Zweig y su esposa.
En cuanto a su estilo, el mismo Zweig en esta obra nos habla de su concepción literaria: "Soy un lector impaciente y de mucho temperamento. Me irrita toda facundia, todo lo difuso y vagamente exaltado, lo ambiguo, lo innecesariamente morboso de una novela, de una biografía, de una exposición intelectual. Sólo un libro que se mantiene siempre, página tras página sobre su nivel y que arrastra al lector hasta la última línea sin dejarle tomar aliento, me proporciona un perfecto deleite. Nueve de cada diez libros que caen en mis manos, los encuentro sobrecargados de descripciones superfluas, diálogos extensos y figuras secundarias inútiles, que les quitan tensión y les restan dinamismo".
Los libros de Stefan Zweig pasaron de ser de los más leídos en Austria y Alemania a silenciarse proscritos, perseguidos y olvidados en su propia tierra. El 10 de mayo de 1933, la plaza Bebelplatz de Berlín vio arder unos 400 000 libros (supuestamente antigermánicos). De entre los autores más castigados en aquella hoguera destacó Stefan Zweig, que no sólo era de origen judío, sino que abogaba en sus obras claramente a favor de la libertad y el Humanismo. Hoy el mundo aún no ha olvidado lo que vino después, horrible cumplimiento de lo que proféticamente Heinrich Heine había escrito un siglo antes: “Ahí donde se queman libros se acaba quemando también seres humanos”.
Carta de una desconocida
Probablemente son las 66 páginas más intensas que he leído en mucho tiempo. En tan poco espacio se narra (en primera persona a través de una carta desesperada que no espera respuesta) una historia de amor donde tienen cabida no solo los sentimientos románticos sino la crudeza de la vida de una mujer que se ve arrastrada por un amor que supera la propia realidad. ¿Puede haber alguien desconocido que nos ame con una pasión incondicional? ¿Puede ese amor que despertamos cambiar radicalmente la vida de alguien a quien ignoramos? Os invito a dedicarle un par de horas a la lectura de esta historia que os atrapará y os llevará a bordo de una montaña rusa de emociones contadas desde la más pura honestidad y sencillez.
A modo de tráiler os dejo un video sobre la adaptación al cine que en 1948 realizó Max Ophüls de la obra de Zweig:
Mendel el de los libros
La obra comienza con el narrador en primera persona que se refugia de la lluvia en uno de los muchos cafés vieneses. Dentro, empieza a tener la sensación de que ha olvidado algún recuerdo de aquel lugar, algo faltaba allí… efectivamente, el viejo Mendel el de los libros no estaba. ¿Qué había pasado con él? Ese enigma se irá resolviendo en las páginas siguientes, altamente recomendables.
Este es uno de esos pequeños libros deliciosos que se disfrutan de principio a fin. El retrato que hace del viejo librero es absolutamente exquisito:“El hecho de poder tener un valioso libro entre las manos significaba para Mendel lo que para otros el encuentro con una mujer”. (Página 26)
“En su mundo superior de los libros no había guerras, ni malentendidos, tan sólo el eterno saber y querer saber aún más números y palabras, títulos y nombres”. (Página 42).
“Precisamente yo, que debía saber que los libros sólo se escriben para, por encima del propio aliento, unir a los seres humanos, y así defendernos frente al inexorable reverso de toda existencia: la fugacidad y el olvido”. (página 57).
Conclusión
Stefan Zweig es una apuesta segura, sin más. Acérquense a alguna de sus obras y encontrarán palabras que les tocarán la piel.