Redescubriendo América musicalmente

Publicado el 25 marzo 2010 por Pablosiana @pablosiana

Jueves 25 de marzo, 20:00 horas. XXXIII Semana de Música Religiosa de Avilés, Iglesia de Sto. Tomás de Cantorbery. Ensemble Vocal e Instrumental "De Profundis" de Montevideo (Uruguay). "Pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo". Música de los archivos coloniales de Bolivia, siglos XVII y XVIII. Archivo Musical de Chiquitos Santa Ana y San Rafael, Bolivia. AMCh 373-381.
Toda una sorpresa escuchar música religiosa renacentista hecha en América con todo el sabor hispano de nuestros "Maestros del Siglo de Oro", la época más rica de España que también se llevó a América. Cuánta queda aún por descubrir durmiendo el sueño de los justos en tantas sacristías de nuestros países hermanos... cuánta labor por delante para las nuevas generaciones de musicólogos y qué belleza y emoción contenida en estos "anónimos" que siguen las enseñanzas de Trento, Palestrina o Victoria, en el sentido de potenciar el texto latino con la música, pero también de Guerrero o Morales, pues de todo ello pudimos paladear en esta "Semana Santa musical" condensada en las obras magistralmente interpretadas por este "ensemble" que dirige Cristina García Banegas, quien desde el órgano también realizó los Introitos y armonías, alternando con la guitarra barroca de Gustavo Reyna, o bien perfectamente ensamblados con un cuarteto vocal auténticamente profesional, compuesto por Marcela Redaelli (soprano), Leandro Marziotte (contratenor), Alejandro Vera (tenor) y Álvaro Vallés (barítono).
Tras el inicio desde el mismo órgano del martes a cargo de la responsable del grupo, entramos en un Miércoles de Ceniza (Feria Quarta Cinerum) con Quae vulnerata (Vexila Regis prodeunt) arrancando en el recuerdo del "cantus firmus" gregoriano que daría paso a una polifonía plenamente renacentista alternando las partes en homofonía con las contrapuntísticas tan "escolásticas" en esa época. Siguió el Domingo de Ramos (Dominica in Palmis) del Cum appropinquaret Dominus (Mo Ramos. Mo Procesión). Los tres nocturnos de tres responsorios cada uno que conformaron el Jueves Santo (Feria Quinta. In Cena Dominii Responsorii) nos volvieron a deleitar desde la contención necesaria de las partituras con una línea de canto donde el cuarteto vocal, ayudado por la reverberación de Santo Tomás, sonó cual capella escorialina: fueron surgiendo el Primer Nocturno In monte Olivetti, Tristis es anima mea, Ecce vidimus eum, con protagonismo solístico alternando las cuatro voces, al igual que el segundo nocturno: Amicus meus, Iudas mercator pessimus y Unus ex discipulis. El último conformado por los responsorios 7 al 9, Eram quasi agnus, Una hora y Seniores populi cerraron este bloque para dar el toque "colonial" desde un canto chiquitano: Yyaî Jesuchristo (Mo procesión Au Jueves Santo. Au Nitobis), que incluyó un toque de pandero marcando un "Tractus" exquisito. Esas músicas modales en perfecta simbiosis con lo autóctono y tamizado por la religiosidad del tema, apenas supusieron ruptura con la línea argumental trazada, pues el Viernes Santo (Feris Sexta. In Passione et Morte Domini) nos recordaría dos de los textos más musicados de la historia de la música sacra: un anónimo Miserere mei, Deus (Psalmus 50) y la única obra de autor conocido Popule meus (Improperia) de Juan de Vega Bastán.
A la espera de la