Redescubriendo Bielsa, su gente y su historia

Publicado el 30 agosto 2013 por Benjamín Recacha García @brecacha
El PP responsabiliza a la República de un millón de muertos 30/08/2013 · 7:16 PM Ir a los Comentarios

Redescubriendo Bielsa, su gente y su historia

Bielsa   Foto: Lucía Pastor

Bielsa es un pueblo con una larga historia, íntimamente ligada a la montaña. Durante siglos se desarrolló prácticamente al margen de la vertiente española de los Pirineos, pues las comunicaciones eran más sencillas (bueno, menos complicadas) con sus vecinos franceses.

Esa larga, peculiar, única historia que dio lugar a una arquitectura tradicional muy particular, un rico folclore del que el variopinto carnaval es el máximo exponente, e incluso un dialecto propio, el belsetán, hoy virtualmente extinguido, se acabó en un abrir y cerrar de ojos de la manera más cruel imaginable: un implacable bombardeo de la aviación franquista que no dejó en pie un solo edificio.

Aquel 15 de junio de 1938 es una fecha infame para este pueblo reconstruido piedra a piedra por sus propios habitantes, que sacaron fuerzas de donde no las había, con el corazón destrozado, tras regresar del breve exilio que probablemente les había salvado la vida.

Evacuación de la población civil y bombardeo de Bielsa   Fotos: Museo de Bielsa

La noche en que las bombas fascistas arrasaron Bielsa ya no quedaba nadie allí a causa del plan de evacuación ejecutado por la 43 División del ejército republicano, que había resistido durante meses el hostigamiento del enemigo, embolsada en el que entonces era un rincón remoto del Pirineo, sin suministros y sin posibilidad de obtenerlos.

Conozco Bielsa desde 1980. El verano de aquel año fue el primero que pasé en el Valle de Pineta. A los 6 años poco interés por saber de la historia de aquel pequeño pueblo de montaña podía tener, pero es que hace poco más de un año aquel terrible episodio de la Guerra Civil me continuaba siendo ajeno.

Hoy, sin embargo, puedo decir con orgullo que mi primera novela, ‘El viaje de Pau’, en la que la Bolsa de Bielsa ocupa un destacadísimo papel, está a la venta en el estupendo, modélico me atrevería a decir, museo etnológico de la población.

El viaje de Pau en el Museo de Bielsa   Foto: Lucía Pastor

Durante estos días de vacaciones en el que para mí será siempre el lugar más bonito del mundo he redescubierto Bielsa. Esa gente a la que siempre miraba con aprecio y cariño hoy cuenta además con mi gratitud y admiración. Y es que un pueblo que resurge, literalmente, de sus cenizas necesariamente tiene que despertar admiración.

Siento la obligación moral de mostrar el mayor de los reconocimientos a José María Escalona, director del Museo de Bielsa, cuya labor de investigación y documentación, y su inagotable tesón han hecho posible que esta pequeña pero orgullosa villa pirenaica cuente con un equipamiento cultural de primer nivel donde se lleva a cabo una valiosísima labor de recuperación de la memoria histórica y de difusión del tradicional modo de vida de sus gentes.

Reconocimiento… y agradecimiento infinito. Durante el proceso de escritura de ‘El viaje de Pau’ él me ayudó a dotar al argumento de coherencia histórica, y ahora que está publicada se ha volcado en su difusión, abriéndome las puertas de organismos públicos y facilitándome los contactos para que esté a la venta primero en Aínsa, en la preciosa librería La General, de Antonio Chéliz, a quien tuve el placer de conocer en persona el día de nuestra llegada, y luego en Bielsa, en El Cadril, la casa de Isabel y Ángel –hospitalarios y encantados de acoger a Pau y compañía–, que no es una librería, sino un pozo de sorpresas donde los libros son un ingrediente más.

En la librería La General con Antonio Chéliz   Foto: Lucía Pastor

El Cadril, Bielsa   Foto: Benjamín Recacha

José María podría ser el Diego al que encuentran Pau y Sandra gracias a Greñudo, pero sin “jejes” ni “jajas” –“Los habría quitado todos” fue lo primero que me soltó nada más vernos–, y con bastantes más tacos –“Pero me ha gustado, me has tocado la fibra”, añadió a continuación, lo cual es como superar la prueba del más estricto examinador, todo un certificado de calidad.

En casa de José María Escalona   Foto: Lucía Pastor

En Bielsa todo es “nuevo”. No hay edificios antiguos, como si no hubiera existido antes de 1938. Confieso que nunca me había parado a pensar en los motivos. “¿Acaso nos volvimos locos y nos dio por echarlo todo abajo para volver a construirlo?”, pregunta José María Escalona echando mano del sarcasmo. Para comprenderlo recomiendo fervientemente visitar el museo, observar las fotos antiguas, leer las explicaciones y ver el audiovisual sobre la Bolsa de Bielsa.

En el interior del Museo de Bielsa   Foto: Benjamín Recacha

Allí está reflejada la vida de muchas personas, algunas de las cuales eran niños entonces y aún viven para recordar aquellos tiempos terribles. Personas anónimas que de repente adquieren identidad, cuando paseando por la entrada aportalada del Ayuntamiento te topas con ellas. Es el caso de Jesús Garcés “Baitico” y José María Solans, que huyeron a Francia con 12 años y hoy, a los 87, lejos de querer olvidar, no dudan en relatar su experiencia. “Suerte que cuando volvimos era verano, porque no dejaron nada; ni un techo bajo el que dormir”, recuerdan.

Edificio del Ayuntamiento de Bielsa   Foto: Benjamín Recacha

Mientras el gobierno del PP se empeña en borrar las huellas de la memoria histórica (bueno, más bien pretende reescribirla) para “no abrir viejas heridas”, las víctimas de la Guerra Civil dan las gracias a quien se toma la molestia de hablar de aquella época, aunque sea a través de una novela. “La he empezado a leer hoy mismo”, se apresura a contarme “Baitico”, a sus 87 años, con una sonrisa en ese rostro que se hizo adulto por fuerza 75 años atrás; un rostro, como tantos otros por aquí, cuyos ojos siempre aguantan la mirada y en el interior de los cuales la dignidad está siempre presente.

Que ‘El viaje de Pau’ sirva para despertar conciencias es para mí el mayor de los premios, y que supere la prueba de quienes tienen tan presente lo que en él se relata significa recibir la aprobación del más autorizado de los jurados.

Para cerrar la crónica, una nota de color. La que pone el original carnaval belsetán, donde toman protagonismo absoluto una serie de personajes del folclore popular entre los que destaca el ‘Tranga’, mitad hombre, mitad macho cabrío, que desde el instante en que lo descubrió se convirtió en el favorito de mi hijo Albert. A sus cuatro años tiene muy claro que en el próximo carnaval se disfrazará de “hombre cabra”.

En la tercera planta del Museo de Bielsa disfrutaréis de un completo montaje audiovisual sobre esta gran fiesta, orgullo de todo el pueblo, así como de la excelente ambientación con la que está reproducido el tradicional modo de vida de una villa por fuerza moderna en la forma, pero con un profundo e interesante fondo.

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