La medida del Presidente Rodriguez Zapatero de contención del déficit reduciendo el coste general de los funcionarios en un 5%, aparentemente en escala inversamente proporcional a los ingresos, ha vuelto a hacer salir a la palestra todo lo relacionado con los funcionarios.
Por un lado se habla del número de funcionarios que se antoja como excesivo para un país como España. Strictu sensu y comparando con el número de funcionarios per capita de otros países de nuestro entorno Alemania, Inglaterra, Francia, no es un número exagerado lo que ha ocurrido es que el número de éstos, y tanto más los de libre designación por parte de los políticos, ha crecido en los últimos años de manera alarmante y exuberante (se ha duplicado en la última década) y mucho más en unas regiones que en otras. Todo esto junto a la multiplicidad de instituciones: nacional, autonómica, local, etcétera, empresas públicas, asesores, etc, etc da la sensación a la ciudadanía de excesiva carga de funcionariado. (Ver vínculo al final del artículo).
Por otro lado los ciudadanos tenemos una mala imagen histórica del funcionario, anterior al suceso larriano del "Vuelva usted mañana". Esta mala imagen está vinculada de manera directa e incontrovertible a la baja productividad de parte del funcionariado.
En general todo lo que ha tenido que ver con el aumento de la productividad en el sector público ha topado con una resistencia numantina por parte de los propios funcionarios. La productividad, verdadero caballo de batalla de la economía española tiene entre sus funcionarios y por las razones antes indicadas y algunas más que saldrán en este artículo un caballo de batalla cotidiano y dificil de domesticar.
Si bien esto que digo es cierto a nivel "global", y bastante a brochazo, no lo es tanto en cada caso: por ejemplo la administración de Hacienda ha mejorado en los últimos veinta años de manera sobresaliente como la de Policía, Sanidad, Educación y otras. Algunas otras como la Justicia, por ejemplo, o la mera administración de los asuntos cotidianos, impuestos, tasas, concesiones, licencias, etc, mejoran poco a poco pero aún adolecen de esa falta de calidad necesaria y requerida. También es cierto que en estos servicios, y apoyado en una falta de recursos para su mejora, es donde se han "escondido" muchos de esos funcionarios que solo merecen el apelativo de procastrinadores a tu contra. En algunos casos incluso dando lugar a corruptelas o corrupciones en mayúsculas de las cuales ya conocemos por los medios toda una panoplia de arrebol.
Por lo tanto no es tanto el número de funcionarios ni sus ganas de trabajar, para la mayoría de éstos, sino unos procedimientos, inversión, formación y sistemas de mejora y promoción que como en la empresa privada incentiven y motiven para aportar el mejor valor a la sociedad.
En este aspecto en la era de la comunicación global e Internet sonroja que en los pasillos de las administraciones se almacenen legajos y rollos por doquier y todo sea una gestión de mostrador y funcionario dando un tinte decimonónico a la administración con toda la carga negativa que esto comporta. Ahí es donde habría que mejorar junto con unos cuadros, medios y ejecutivos, de la administración que sirvan de líderes indicando la dirección, motivando y facilitando y, también retirando los muchos palos en las ruedas del avance en la gestión pública.
Sin embargo ¿Es esto es posible?
¡Claro que si!, por supuesto que hay administraciones que trabajan mejor, que te informan eficientemente, que te evitan problemas o preocupaciones en su buena gestión, que no se consideran superfluas o hinchadas, que aunque te pesen en sus multas, Tráfico, funcionan bien. Por lo tanto que no ocurra en todos los casos solo es debido a la falta de inversión, formación, y mejores mandos.
En esto último cabe un comentario, expresión o quizás, matización. En la escala de personal de la administración, en la de oposición y mucho más en los de libre designación por parte de los políticos electos, existe una paradoja respecto al mundo de la empresa privada.
En los escalafones de menor cualificación y retribución, los más bajos, existe una diferencia grande a favor del sector público no solo en cuanto a imposibilidad de perder el puesto de trabajo, evidente en los funcionarios de oposición, sino también salarial, de derechos y de condiciones laborales lo que hace que sea un verdadero "objeto de deseo". Sin embargo esta situación se invierte, sobre todo en los aspectos económicos, en el caso de mandos y directivos. Esto tiene como efecto principal o fundamental que la administración pública no es un elemento atractivo "per se" para hacer carrera profesional, salvo en casos muy contados y en aquellos que lo emplean como inicio para una carrera política.
¿Cual es el efecto de todo esto? y tomo una reciente tertulia en el programa siempre recomendable de Julia Otero, Julia en la Onda, en Ondacero radio por parte del profesor Longo especialista en administraciones públicas como base para todo este razonamiento.
El efecto es que los mandos intermedios y directivos de la administración no están cubiertos, salvo honrosos casos por lo más dotado de las profesiones Es decir un recien licenciado, ingeniero o arquitecto no contempla la administración pública, con todas sus ventajas, como un lugar donde desarrollar su potencial profesional sino la empresa privada que le dará esos sueldos y condiciones para su evolución. Es decir que se alimenta con esta situación la endémica posición de baja productividad en el sector público antes comentada.
En estos días las medidas de control del déficit que buscanla reducción del gasto público disminuyendo, entre otras mediddas, el sueldo a los funcionarios apoya esta circunstancia. La reducción de sueldos mayor a los que más ganan, fundamentalmente los mandos y directivos, y en menor medida que a los que ganan menos tiene un efecto que apoya y fortalece al anterior, cada vez la función directiva pública tiene menos tirón, cada vez es menos un lugar para los talentos, cada vez se quiere menos para mejorar el servicio a todos. Desde el punto de vista social y de "justicia " un poco robinhoodesca no tiene mácula ese planteamiento pero en el de predisponernos en un cambio de filosofía y estructura para afrontar mejor el futuro nos lleva a un paso atrás.
Consecuencia: la baja productividad, la fuente del que mana la mala imagen de muchos funcionarios se refuerza al disminuir las retribuciones de quienes eventualmente, debería pensar para que funcionase mejor y se diera más y mejores servicios al ciudadano, quizás con el mismo número de personal o no, quizás con un catálogo de servicios equivalente, crecido o disminuido.
Por todos esto por estas circunstancias y por todo lo que rodea, político, social, económica, de solidaridad y de mejora es por lo que una reforma de la función pública se hace no solo necesaria sino imprescindible para mejorar en eficiencia, efectividad, coste, mejora y concepción de los funcionarios entre los propios ciudadanos.
Aunque al final y en resumen todo este discurso acaba con la cuestion ¿Cuales son los servicios que necesitamos los ciudadanos y cual es el nivel de estado del bienestar que merecemos, que necesitamos, y, en esta crisis sobrevenida y no avizorada, que podemos pagarnos?. Otra pregunta. también pendiente, es si las medidas de contención de gasto son suficientes y efectivas o solo han ido contra los colectivos que menos pueden hacer y donde el efecto de la acción será más rápido, porque las medidas estructurales, las que mejorarían indudablemente la eficiencia y productividad de las administraciones quedan todavía muy pendientes.
Funcionarios, trabajadores, estado y metodologías. Recuerdos del día de mañana.
Evolución del sector público en España y en Europa (Vía Público): http://imagenes.publico.es/resources/archivos/2010/5/15/1273955135758GRAFICO3.jpgDespierte el alma dormida, avive el seso e despierte. A fin de cuenta sino pensamos y vivimos para que queremos estar. Los pensamientos de hoy son recuerdos del mañana que tenemos hoy.