Para Larson son tres los elementos claves en el desarrollo de la iniciativa: 1)la motivación intrínseca para la realización de una actividad; 2) el compromiso, la atención y el esfuerzo en su realización; 3) la continuidad a lo largo de un periodo prolongado. En el contexto escolar, donde los adolescentes pasan una gran parte de la jornada no están presentes estos tres componentes. La actividad académica requiere esfuerzo y concentración, sin embargo, y a juzgar por los numerosos datos disponibles, genera escasa motivación intrínseca en los alumnos, que con frecuencia encuentran aburridas las actividades escolares durante la educación secundaria (Eccles et al, 1997). Por ello, tal vez el contexto escolar no represente el medio más adecuado para el desarrollo de la iniciativa de los alumnos.
Otro contexto importante durante la adolescencia tiene que ver con el ocio o tiempo libre. Teniendo en cuenta que las actividades de ocio son elegidas y planificadas por los sujetos podríamos pensar que representan una buen medio para el desarrollo de la iniciativa personal. Sin embargo, aunque muchas de estas actividades sean capaces de motivar al sujeto, no podemos decir que requieran la necesaria dosis de concentración o esfuerzo, ya que no suponen un gran reto para el joven. Pensemos por ejemplo en que ver la TV es una de la actividades que ocupan la mayor parte del tiempo libre de los adolescentes. O en el tiempo compartido con los amigos, en que sin duda realizan actividades que son fundamentales para el desarrollo social de los chicos y chicas, pero que son menos eficaces cuando se trata de influir sobre el desarrollo de la iniciativa.
Sin embargo, las actividades voluntarias estructuradas (actividades organizadas por adultos como las extracurriculares o comunitarias) representan un medio más favorable para el desarrollo de la iniciativa ya que combinan la motivación intrínseca -puesto que también son elegidas por el joven- con la concentración y la duración en el tiempo. Actividades como participar en un club deportivo, o en una banda o grupo musical, o preparar una obra de teatro, o colaborar con una asociación cultural, son voluntarias y requieren de los sujetos participar en un sistema que tiene cierta estructura de normas o reglas, límites, objetivos, etc. Los datos disponibles indican que la participación de adolescentes y jóvenes en actividades extraescolares y organizaciones juveniles está relacionada con niveles más altos de autoestima, sentimientos de autocontrol de la propia vida y aspiraciones más elevadas. Efectos que además suelen ser persistentes y continuar una vez terminada la participación, lo que hace pensar que el sujeto ha adquirido ciertas capacidades, como la iniciativa, que han generado un crecimiento positivo adicional una vez terminado el programa. Según Larson, chicos y chicas adquieren herramientas para la anticipación, la planificación, la adaptación a los otros, la monitorización del progreso, y el ajuste de la conducta a la consecución de objetivos. Lo que no es poco.