Viví en la ciudad de Madrid entre los cuatro y los veintiún años de edad. Amo a esa ciudad y a sus gentes como a pocas otras de las muchas que he conocido. En ella están enterrados mis padres y mis abuelos, y allí vive uno de mis hermanos y toda una extensa familia de tías, primos y sobrinos. Pero no soporto el ombliguismo de sus políticos ni de su política. España es algo más, bastante más, que el mundo que existe y que se percibe desde el interior de la M-40.
Hace unos días escribí en el blog sobre el lenguaje de los políticos y aunque siempre hay excepciones a la regla general, la verdad es que suelen hablar mucho, con muchos circunloquios, para al final no decir nada. Los filósofos
también resultan difíciles de entender a menudo, con una diferencia: la de que utilizan un lenguaje sumamente críptico, sólo para iniciados o miembros de la tribu filosofal, que se compadece muy poco con el del común de los mortales.No siempre es así, Bertrand Russell y Ortega
, por ejemplo, pueden leerse con facilidad por la precisión, elegancia y belleza de su lenguaje. Ambos escribieron de política y participaron activamente en la de su tiempo. También lo hizo mi querida y admirada Hannah Arendt, pero como dice su biógrafa, Laura Adler en "Hannah Arendt" (Destino, Barcelona, 2006): "ella, que durante un tiempo ha flirteado con el compromiso en la acción política, se aleja definitivamente de la misma. Desde ahora considera que no está hecha para eso: demasiado emotiva, demasiado a flor de piel, no es lo bastante estratega y se inclina demasiado por la verdad". Sí, es difícil compatibilizar filosofía, acción política y verdad sin acabar pringándose... ¿No cree, señor Savater?Años atrás, durante el proceso de traslado de la biblioteca familiar de Las Palmas a Maspalomas, un poco en broma y como para tentar al destino -lo mismo hace uno de los personajes de "Los amantes encuadernados" de Jaime de Armiñán- fui guardando al azar dentro de mis libros fotos, cartas, postales, escritos personales, artículos de prensa... Espero que mis nietos se diviertan encontrándolos y recopilándolos, o echándolos a la hoguera, como hacía Pepe Carvalho, el detective protagonista de las novelas de Manuel Vázquez Montalbán.Me resultó una auténtica sorpresa encontrar, hojeando uno de esos libros, un artículo de prensa, ya amarillo por el paso del tiempo, titulado "El derecho fundamental del pueblo canario", publicado en el periódico El Eco de Canarias, de Las Palmas, el 9 de marzo de 1977, y escrito por un tal Néstor David Ramírez, que reivindicaba, siguiendo el pensamiento de Ortega en su "España invertebrada" (1921), la exigencia para nosotros, "como canarios, de las mismas libertades, los mismos deberes, los mismos derechos y privilegios que pedimos para todos los restantes pueblos y países de España, porque forzoso es reconocer que sólo en una España libre, justa y democrática será posible la existencia de un pueblo canario libre, justo, democrático, pacífico y orgulloso". Salvo algunas expresiones un poco ampulosas, propias de la época y el momento, lo suscribo totalmente. Fin de la cita, como suele decir nuestro ínclito presidente del gobierno -de momento- don Mariano Rajoy...Las casualidades no existen, pero como las meigas, haberlas, haylas... Así que, no es de extrañar que por aquellas fechas El País publicase un artículo del notario catalán Juan-José López Burniol, miembro de la asociación cívico-política "Ciutadans pel canvi", titulado
"La rebelión de las provincias", que reivindicaba igualmente a Ortega para defender que "la dialéctica centro-periferia viene impuesta por la fuerza de las cosas desde que el Estado Autonómico hizo posible lo que Ortega bautizara como 'la redención de las provincias', es decir, el logro de una progresiva homogeneización social y económica de España". Un brillante y crítico comentario contra los que aún parecen no entender que la rebelión de las provincias no sólo es inevitable sino absolutamente justa. Me ha parecido interesante contraponer ambos textos, separados por treintas y muchos y muchas historia. ¡Ah, por cierto!, se me olvidaba decir que Néstor David Ramírez era uno de los seudónimos que también utilizaba un tal HArendt en sus escritos políticos de esa época... No voy a rebuscar más textos antiguos entre mis libros; que el Azar y la Fortuna decidan el mañana...Sean felices por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt
Entrada núm. 2325
elblogdeharendt@gmail.comLa verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)lkicaDA
Publicada originalmente el día 13 de junio de 2015