¿Son democracia y liberalismo términos políticamente compatibles? ¿Una mayor democracia implica pérdida de libertad o una mayor libertad individual una peor democracia? Creo recordar que fue el expresidente del gobierno Felipe González el que en un discurso electoral de su partido llegó a decir que él era socialista porque era demócrata, y demócrata a fuer de liberal... No todo el mundo parece estar de acuerdo con esa compatibilidad entre democracia y liberalismo, de la cual, la denominada "democracia liberal" imperante en Occidente, vendría a ser su paradigma.
Por ejemplo, no lo está el profesor norteamericano Fareed Zakaria, autor del libro "El futuro de la libertad. Las democracias iliberales en el mundo" (Santillana, Madrid, 2003), en el que defiende que un mayor grado de democracia no es garantía alguna, sino más bien todo lo contrario, de mayor libertad ciudadana. Tampoco lo es para el profesor británico Isaiah Barlin, uno de los más grandes pensadores políticos del siglo XX, autor a su vez de "Cuatro ensayos sobre la libertad" (Alianza, Madrid, 1988), donde dice que "hay que enfrentarse al hecho, intelectualmente incómodo, de que la democracia y el liberalismo no se llevan bien; que pueden chocar entre sí de una manera irreconciliable".Por motivos opuestos a los citados, es decir, por defender una mayor democracia frente a la idea de libertad "negativa" consustancial al liberalismo político, tampoco parece estar de acuerdo con esa idea liberal de la democracia el politólogo norteamericano Robert A. Dahl, autor de "La democracia y sus críticos" (Paidós, Barcelona, 2002), uno de sus libros más famosos, en el que se muestra muy crítico con el funcionamiento de las democracias modernas.Pero la reflexión sobre esta cuestión me vino propiciada hace un tiempo por la lectura de un magnífico artículo del economista y profesor de la Universidad de Barcelona, Félix Ovejero Lucas, titulado "Idiotas o ciudadanos", publicado en la Revista Claves de Razón Práctica.Ovejero Lucas es profesor de Metodología de las Ciencias Sociales y fue uno de los más decididos impulsores de Ciudadanos-Partido de la Ciudadanía, y su artículo es el texto de una conferencia impartida en los primeros "Encuentros de Canarias. Ciudadanía y Democracia en España y Latinoamérica", propiciados por la Fundación Mapfre-Guanarteme, de Las Palmas de Gran Canaria.Para una parte importante del pensamiento conservador, dice el profesor Ovejero al inicio de su artículo, "la democracia puede prescindir de los ciudadanos. Incluso más: es mejor que prescinda. Llanamente, no serían de fiar". Y esto es así, continúa más adelante, porque "la democracia moderna está pensada para operar con ciudadanos ignorantes y egoístas, despreocupados por la cosa pública. Al modo del mercado, las reglas del juego asegurarían que, sin información y sin virtud, se alcancen los buenos resultados: la asignación de los recursos de un modo más o menos eficiente", concluyendo su introducción con la afirmación de que "el diseño institucional del mecanismo democrático y la propia naturaleza de la actividad política se combinan para hacer improbable el buen funcionamiento del mercado político. [.../...] La ignorancia y el desinterés serían su natural combustible", dice.Sobre la ignorancia política generalizada en los ciudadanos, expone que un 30% de los norteamericanos no sabe quién gobierna en la Casa Blanca; la mitad ignora que cada Estado tiene dos senadores y las tres cuartas partes desconoce la duración de su mandato, Por su parte, añade sin sorna alguna, un 25% de los británicos cree que Winston Churchill, primer ministro durante la II Guerra Mundial, es un personaje de ficción, mientras que un 58% piensa que Sherlock Holmes existió.Para Ovejero Lucas el diseño de las instituciones democráticas "no están pensadas para contar con los ciudadanos", y ello, en base a varias premisas de la tradición liberal conservadora: a) la democracia no funciona cuando hace lo que los electores quieren; b) los ciudadanos son ignorantes; c) los ciudadanos son insconscientes; d) los ciudadanos son egoístas; e) los ciudadanos son insensatos. El "problema de la falta de cultura cívica -dice. tiene que ver menos con los ciudadanos que con las reglas de juego en las que se manejan. [.../...] Lamentarse -añade-, porque los ciudadanos carecen de disposiciones cívicas en esas circunstancias no deja de ser un ejercicio retórico".Personalmente pienso que el binomio democracia-libertad o libertad-democracia es indisociable. Que no es posible una democracia mejor sin una mayor libertad individual ni mayor libertad individual sin una mejor democracia, pero también que en la trilogía libertad, igualdad (que no otra cosa significa la democracia) y fraternidad, el primer lugar lo ocupa la libertad. Será por algo, digo yo...
Y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν", nos vamos. Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. HArendt
Todo poder corrompe y el poder absoluto, de forma absoluta (Lord Acton)