"Reedición" es una nueva sección del blog dedicada a reproducir de manera aleatoria antiguas entradas que tuvieron relativo predicamento en su día entre los lectores de Desde el trópico de Cáncer. Estas entradas se renuevan diariamente. La de hoy lleva por título "Y Prometeo pagó por nosotros", y fue publicada originariamente con fecha 31 de mayo de 2105. Disfrútenla de nuevo si lo desean.
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"Cuando la naturaleza estaba en su infancianuestros querido abuelos vivían en la inocencia,sin conocer lo tuyo y lo mío. ¿Qué iban a conocer sino tenían nada? Estaban desnudos y es cosa muyclara que quien nada tiene nada puede repartir".
Mélanges, Voltaire.
Dice el filósofo Xavier Rubert de Ventós, catedrático de Estética en la Universidad Politécnica de Cataluña de Barcelona, en su artículo "La red del pescador", que al titán Prometeo le castigaron los dioses por "curiosear más de la cuenta"... Una hermosa metáfora para contarnos que el castigo le fue impuesto por robar el fuego a los dioses y ofrecérselo a los humanos.
Nos pasó "información privilegiada", diríamos hoy. Y por eso no solo se quedó sin empleo en el Olimpo sino que sufrió un horrible castigo a perpetuidad. Y todo, en el fondo, por amor a los hombres, para hacer de los humanos lo que somos ahora: personas libres e iguales en dignidad y sabiduría a los dioses, a los que acabamos destronando. Pero esa información ¿nos ha beneficiado?, ¿no hubiera sido mejor, quizá, permanecer en la ignorancia?
Todo el interesante artículo de Rubert de Ventós, plagado de citas filosóficas, está dirigido a hacer ver que el exceso de información existente hoy en día en la Red (la Red Global Mundial, traducción de su famoso y universal acrónimo WWW) puede generar confusión y acabar por dejarnos ciegos, mudos y colapsados. Pero él, y con él las bellas metáforas que cita de Castells, Aranguren, Nietzsche, Kant o Wiener, lo explican y justifican mucho mejor.... Y si tienen oportunidad de hacerlo no dejen de leer el "Prometeo encadenado", de Esquilo, o el "Frankenstein o el moderno Prometeo", de Mary Shelley. Entenderán, entonces, lo que los dioses no querían que supiéramos...En la era de las redes y las conexiones, -dice Daniel Innerarity, catedrático de Filosofía Política en la Universidad del País Vasco, en otro artículo tituladfo "Libertad como desconexión"-, la era de los links y la instantaneidad comunicativa, la peor tragedia cotidiana es tener que escuchar que el teléfono marcado está desconectado o fuera de cobertura, que alguien tarde demasiado (es decir, dos días) en contestar un correo electrónico. Y la pérdida de conexión equivale a la muerte comunicativa, donde uno queda al margen de las oportunidades vitales. Si el fallo o la lentitud en la conexión los experimentamos como un verdadero drama es porque la comunicación inmediata forma parte de las posibilidades que damos por supuestas en una sociedad de la instantaneidad interactiva. Pero hay que desconectar si queremos seguir viviendo a escala humana y no de las máquinas...
A algo similar nos invita Jonathan Crary, profesor de Teoría del Arte en la Universidad de Columbia en Nueva York, en su también reciente artículo "La vida sin pausa". Una vida sin pausa propia del capitalismo del siglo XXI que provoca conflictos que son inseparables de las configuraciones del sueño y la vigilia, la iluminación y la oscuridad, la justicia y el terror. Genera indefensión y vulnerabilidad. La fórmula 24/7 [24 horas al día, siete días a la semana] sirve para evocar una constelación de poderosos procesos de nuestro mundo contemporáneo caracterizados por la actividad, la acumulación, la producción, las compras, la comunicación, el juego, o cualquier otra cosa, incesantes. Ya sea en el trabajo o en el tiempo libre, existe una imposibilidad cada vez mayor de hacer una pausa, de estar desconectado. 24/7 significa la imposición generalizada a la vida humana de una duración sin interrupciones, de un tiempo homogéneo que ya no transcurre, que trasciende al tiempo del reloj y se define por un principio de funcionamiento y operación continuos.
En cualquier caso, gracias Prometeo por habérsela jugado a los dioses. Gracias por habernos dado la luz del entendimiento, la sabiduría y la palabra, que nos hace humanos. Sin ti, no hubiera sido posible. Aunque de vez en cuando, tengamos que desconectar para recuperar la lucidez, el ritmo y el sentido del tiempo. Yo lo hice ayer, y no me arrepiento. Pero hoy, como ves, he vuelto a las andadas...
Sean felices por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt
Entrada publicada originariamente el día 31 de mayo de 2015