La reelección del danilista Radhamés Camacho en la presidencia de la Cámara de Diputados, ha de ser interpretada como una salida sabia y necesaria, para garantizar la continuidad estable y sin sobresaltos de la obra de gobierno de Danilo Medina, en el siguiente último año de gestión, ante las recientes actitudes anárquicas de los leonelistas en el afán de evitar una reforma constitucional que hubiera habilitado al mandatario para optar por un nuevo mandato.
El vaso de la confrontación rebosó, cuando el propio Leonel Fernández, encabezó una marcha hacia el Congreso, el 17 de julio, lo cual fue interpretado como una in-subordinación a la disciplina del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), del cual es presidente y en el que Danilo tiene mayoría en todos los organismos.
El Comité Político del PLD, dada su fuerza predominante en el Congreso, acordó en el año 2016 la alternancia en la presidencia de la Cámara de Diputados.
Para la nueva legislatura que abrió este 16 de agosto iba a corresponder a Demóstenes Martínez, pero las acciones de boicot del grupo minoritario de diputados leonelistas, en alianza con los del PRM, acrecentó la desconfianza y las diferencias partidarias internas, situación que desembocó en la reelección de Camacho, quien fue favorecido con 120 votos, de los cuales, incluso, 25 eran de perremeistas, a quienes su partido les dejó en libertad de decisión.
La Plancha de Leonel, que presentó a Demóstenes, a penas alcanzó 35 votos. Concluyo que la reelección de Radhamès Camacho, viene a también a reafirmar que el danilismo permanece unificado y coordinado hacia nuevas batallas, siendo la más cercana la del 6 de octubre, cuando llevará un precandidato presidencial de Consenso, que sería Gonzalo Castillo, quien enfrentará a Leonel Fernández, en primarias abiertas.
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