'Reencuentro', de Fred Uhlman

Publicado el 14 abril 2014 por Carm9n @Carmenyamigos

"Ingresó en mi vida en febrero de 1932 y ya no ha salido de ella. Desde entonces ha transcurrido más de un cuarto de siglo, han pasado más de nueve mil días, inconexos y tediosos, vacíos debido a las sensación del esfuerzo o el trabajo inútiles... días y años, muchos de ellos tan muertos como las hojas muertas de un árbol seco."

Así de intenso y desgarrado es el comienzo de Reencuentro, de Fred Uhlman. Hans Schwartz es el narrador que, desde la perspectiva que dan los años, recuerda y evoca los intensos meses de amistad vividos en Stuttgart con el joven conde Konradin von Hohenfels.  Hans es en 1932 un muchacho de dieciséis años, tímido, inteligente y algo solitario, hijo de judíos burgueses. Tiene amigos en el Karl Alexander Gymnasium de Stuttgart en el que estudia pero ninguno de ellos llega a hacer justicia a su "ideal romántico" de la amistad.
"(...) ninguno que yo admirara realmente, ninguno por el cual hubiera estado dispuesto a dar la vida, ninguno capaz de entender mi exigencia de confianza, lealtad y abnegación totales."

Ninguno hasta que apareció el refinado y elegante Konradin, perteneciente a uno de los más antiguos e ilustres linajes de Alemania.
Como si de una relación amorosa se tratase, Hans sufre todos los síntomas del enamoramiento: se siente subyugado, fascinado y cohibido a partes iguales, todo lo de él le atrae e interesa, y busca su mirada y atención, su admiración. Desea incluso una relación de exclusividad.
"Sentía, de alguna manera, que era mío y solo mío, y no quería compartirlo con nadie." 

Fred Uhlman (Stuttgart, 1901- Londres,1985)

La amistad de esto dos jóvenes se consolida. Aficiones e intereses comunes, pequeños viajes, charlas sobre religión o los clásicos, sobre los sueños por cumplir,... llenan sus horas juntos. Pero, siguiendo con el símil amoroso- y recordemos que nos hayamos en Stuttgart, Alemania, en 1932- podríamos decir que una tercera persona se entromete en la relación. El intruso, el tercero en discordia se llama Adolf Hitler.  Y así, Hans y Konradin dejan de ser solo dos personas, dos individuos, dos amigos, pierden su identidad individual para ser considerados elementos de los colectivos enfrentados: el de los judíos o el de los seguidores de la doctrina nazi. Hans y Konradin al parecer ya nunca más serán simplemente Hans y Konradin.  Pero tras los años, la futilidad de la vida, la sensación de pérdida y abandono, el desencuentro, la desconfianza que siente Hans, ¿es posible un reencuentro? ¿Se puede después de todo lo vivido?
"Mis heridas no han cicatrizado, y quienes me traen el recuerdo de Alemania no hacen más que frotarlas con sal." 
Fred Uhlman presenta en esta bella novella el tema del nazismo- reiteradamente tratado en literatura- desde una perspectiva más íntima e individualista. Ya no es el nazismo una masa, una raza, una religión contra otra masa, otra raza, otra religión. Es ahora el odio entre individuos. Es la negación de la amistad. Es el olvido de lo común, de lo que une. Es el miedo a lo diferente. Y no es, desde luego, el error de unos pocos, sino de todo un pueblo que de una manera activa o de modo más pasivo ha permitido la aberración, la monstruosidad.
Precioso este Reencuentro de Uhlman. Lectura emotiva, dura, tierna y esperanzadora. Quizá todos necesitemos estas historias para, como Hans, poder volver a confiar, a creer.
"Recuerdo el día y la hora en que fijé los ojos por primera vez en este muchacho que habría de ser la fuente de mi mayor dicha y de mi mayor desesperación."