Días que no cambian nada,
Pero lo que mueven todo.
Conversaciones pendientes
que dejan atrás los miedos
y hacen hueco a los revuelos.
Abrazos de despegue a trompicones
y aterrizaje sin motor,
en los que te aprietas tan fuerte el cinturón
que las piernas no responden.
Donde las empatías se alían
y se respira en bocanadas cortas
y suspiros exactos.
Con los que se intercambian razones, perdones
y entendimientos,
mientras recalculamos rutas
y destrozamos muros.
De esos que acaban
con un beso en el cuello
y un “ojalá” en la mirada.
Lo que os decía.
Un día de esos.
Un abrazo de esos.
Una magia de esas.