Nos roban por todas partes. A Magdalena Álvarez le piden una fianza de casi 30 millones de euros por crear supuestamente un sistema para estafar las arcas de los parados.
Bárcenas y la gente de Gürtel suman también en fianzas otra cantidad escalofriante, y acaba de descubrirse en Madrid que hay empresarios que robaban también a los parados con falsos cursos para reciclarlos.
Medio centenar de políticos de los partidos nacionales, autonómicos e independentistas están imputados por presuntas estafas a los ciudadanos.
Y ahora hay que indemnizar por despido improcedente a los que hundieron Catalunya Banc, entre ellos con 3,3 millones de euros a su expresidente Adolf Todó, cuya gestión provocó que nosotros --el Estado-- aportáramos 12.500 millones para sostenerlo.
Derecho laboral: nos estafan por todas partes y tenemos que indemnizarlos.
Son tantos, gente tan común, que llegamos a dudar de nuestra propia honradez porque quizás en su situación, aunque fuéramos santos al principio, terminaríamos de maleantes, como ellos.
Para calificar con una sola palabra a los ciudadanos timados por tantos políticos, banqueros y demás vividores, el cronista ha estudiado diccionarios, enciclopedias y el lugar donde se encuentra todo término en cualquier idioma, Google, y ha visto que el más adecuado es el de estafado.
Pero estafado no es suficiente porque carece de fuerza para aplicarse a algo que se sufre tan reiterada y sádicamente, por lo que ha decidido utilizar el prefijo RE para crear los neologismos el reestafador y la reestafa.
Como el prefijo derivativo RE --revivir, renacer, recrear, reunir, etcétera--, es volver a hacer, queda claro que lo que está pasando en España es que sufrimos reestafa tras reestafa de reestafadores.
Aunque más que reestafados podríamos decir que somos rerrerrestafados, y aun así nos quedaríamos cortos.
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SALAS