Max, que se encuentra en proceso de rehabilitación debido a su adicción a las drogas, consigue un trabajo de guardia de seguridad por la noche en el almacén de su padre donde empezará a tener visiones de una joven mujer en los espejos. Max no está seguro de si las imágenes son reales o son visiones que forman parte de su rehabilitación y la medicación que toma, pero cuando empiezan a aparecer los cadáveres y es señalado como sospechoso, tendrá que averiguar la conexión que hay con la chica de los espejos.
Bueno, será mejor que me meta de lleno en harina y empiece a ofreceros mi impresión de la gran cantidad de películas que me he tragado en estas tres semanas que llevo sin ofreceros ni una triste reseña. Vayan por delante mis disculpas y también un aviso a navegantes: cantidad no es sinónimo de calidad, ni mucho menos, y he visto unas cuantas que merecerían ser quemadas en la hoguera.
Yo, la verdad, hubiera preferido una continuación de los hechos acontecidos en la primera película antes de esta repetición de esquema con personajes nuevos. Es por eso que aquellos que no hayaís visto Reflejos podeís acercaros con tranquilidad a esta segunda parte, totalmente independiente de la película del 2008.
Aunque he leido por ahí alguna crítica o reseña que la califica como entretenida, a mi me resultó bastante aburrida, y creo recordar que la ví en dos partes luego de reunir las ganas necesarias para ello. La trama gira en torno a la típica historia de venganza de ultratumba que tanto gusta en Japón y paises vecinos, pero que tan mal solemos adaptar en occidente, prescindiendo de muchos de los ingredientes que generan la densa y agobiante atmósfera propia de las películas de terror oriental. Una historia que nos sonará de haberla visto antes, con mil y un tópicos del cine de terror de los últimos años metidos con calzador. Una pena, puesto que la idea del más allá, mundos pararelos o realidades alternativas tras los espejos es muy jugosa para desperdiciarla así como así.
Un aspecto totalmente alejado de la manera oriental de crear cine de terror es que en esta película se recurre al gore y la sangre en cantidades industriales, sin insinuar nada y mostrándolo todo de manera poco sutil, para disfrute de los amantes de la casquería. Es por eso que son los asesinatos y las muertes que jalonan la historia lo más espectacular de la película, con unos efectos especiales que hemos visto mil veces y que, sin llegar a ser nada del otro mundo, cumplen con su cometido de agradar a los fans de este tipo de escenas.
Sencillamente, se trata de una película a la que recurrir en caso de no tener otra alternativa más atractiva a mano, aunque nunca se sabe: puede que hasta llegue a gustaros, cosa que me vais a permitir que dude de forma contundente....