Reflexion:

Por Elena Maria Elena Sanchez Fernandez
Estamos metidas de lleno en el invierno, ahora si se nota el cambio de temperatura y nos tenemos que preparar física y mentalmente. Hay que hacer un repaso a los buenos propósitos que teníamos que conseguir con este nuevo año, y crearnos unas metas, para conseguirlos y no dejarlos para el próximo año.
En estos momentos, tanto en la televisión, como en la prensa, nos bombardean con el tema de la crisis, que cada vez es más patente, pero lo que veo en mi entorno, es que la gente agudiza el ingenio, cada día más. La solución está en nosotros y ahí es donde entra la imaginación, creatividad y buen hacer, para  que nuestras vidas sean un poco mejor.
No debemos dejar que nuestra mente y nuestro cuerpo trabajen por separado. La relación con nuestro cuerpo está sobrevalorada.
A veces identificamos la plenitud, con la imagen que transmite la publicidad de los complejos vacacionales: una persona tumbada en una hamaca al sol, entregada a la dolce vita.
Sin embargo, fuera de las pausas necesarias para cargar las pilas, y volver a la actividad y a la tensión, son mucho más perjudiciales para nuestra salud psicológica y existencial, el estrés positivo.
Es como un músculo que no se ejercita y termina atrofiándose, las personas que no se marcan objetivos son presa fácil de la apatía y el miedo.
Rebajan el nivel de exigencia, atreviéndose cada vez menos y perdiendo la confianza y la autoestima, y todo ello conlleva a no creer en sus propias posibilidades.
Este es el motivo por el que los psicólogos suelen recomendar a los pacientes con crisis de angustia, que se enfrenten a lo que temen. Los humanos somos seres de acción y solo alcanzamos la felicidad con el pleno desarrollo de nuestras facultades.