Tras escribir sobre Cinco minutos de gloria y hablar un poco sobre el terrorismo he completado la entrada anterior con esto de acá. Una reflexión, otra. (El día que José María Aznar me mande a ver al Juez Del Olmo, decidle que fui buena persona, no me pase como a estos)
Si comparamos la filmografía española e irlandesa, ambas han sabido reflejar momentos dramáticos de su pasado terrorista, con más o menos maestría (es lo de menos). Pero hasta ahora España no ha podido ni ha sabido hacer ficción de las víctimas ni del perdón, al menos no para la gran pantalla (hubo un telefilme llamado Futuro: 48 horas sobre el asesinato de Miguel Ángel Blanco). En el documental La pelota vasca también se hablaba de víctimas, pero no era el tema esencial. Por descontado queda decir que La pelota vasca no recibió ni mucho menos halagos de los afectados (La AVT pidió, sin éxito, su retirada del Festival de Cine de San Sebastián en aquella edición de 2003). Quizá lo más cercano al caso irlandés que nos ocupa fue un filme que también estuvo en San Sebastián, en 2009, La felicidad perfecta, aunque en él las víctimas también eran un tema secundario.
¿A qué se debe este vacío? Quizá sea porque en España no hemos entendido bien el drama de los damnificados, quizá es el miedo a caer en la frivolidad, o quizá porque despierta poco interés. Pero estas premisas me parecen descartables. ¿Y en el caso de hacer una película “sobre víctimas”, a quién rodar, a la AVT? En este momento sería recomendable destacar la palabras del ex lehendakari Xabier Arzalluz en la citada La pelota vasca, distinguiría una cosa; las víctimas y las asociaciones de víctimas. O por no irnos a los extremos del nacionalismo, lo que afirmaba Iñaki Gabilondo en el mismo documental: hay una especie de amenazados oficiales. Son casi amenazados profesionales, y hay otros que están igual de amenazados y que no lo dicen tanto. Vale, la AVT y su entorno no despierta una admiración excesiva.
Resumiendo, parece claro que la AVT y sus acólitos todavía no pueden ser tema. Seguramente no es culpa suya, aunque se han esforzado. Seguramente el terrorismo y sus consecuencias están demasiado instrumentalizados por el poder político (que ha hecho poco por solucionarlo) como para tratar estos asuntos sin angustias. Ante esta situación, que España siga a lo suyo (La pelota vasca de Médem andará en cualquier cajón, para quien quiera verla sin prejuicios). Mientras, en Irlanda, el cine ya se ha puesto del lado de la normalidad y la reparación del daño.
P.D. La foto de cabecera es mía.