La fotografía que ilustra la entrada de hoy, recoge el semblante de Oriol Pujol con ese aspecto interesante que traslada el pensamiento trascendente, como si ocupase su intelecto en temas al alcance tan solo de los privilegiados, mientras el Sr. Durán, más curtido en estas lides, defiende la presunción de inocencia por eso de su formación jurídica, que él mismo diría en unas jugosas declaraciones. Es común en este país, y Cataluña lo es, pedir las dimisiones de los adversarios políticos en cuanto la sombra de la sopsecha entra por la puerta, pero obviar la de los correligionarios hasta que la dichosa presunción de inocencia sale por la ventana. Las familias Pujol y Mas tienen cuentas en Suiza, un paraíso fiscal al que, como dijo la Sra. Cospedal, los carnets de indentidad no llegan por sus propios pies, sino a través de los de sus dueños. Las autonomías, ese estado insostenible de gasto desmesurado y duplicidad administrativa, son la patente de corso para políticos de más o menos medio pelo, que crecen, se enriquecen y mueren a la sombra de un ordenamiento absurdo que paga el ciudadano medio, cada vez más próximo al feudalismo que a la verdadera democracia. Las obras faraónicas, las cuentas suizas, las empresas que quiebran, los bancos que se intervienen, mueven miles de millones de euros necesariamente salidos del bolsillo del contribuyente, entre quien se encuentra el que suscribe. Y me rebelo contra la incompetencia de los gestores, contra la corrupción masiva en todas las formaciones políticas y contra una administración tan prolija como ineficaz que solo amamanta a sus propias crías a costa de mi trabajo. Como no soy violento por naturaleza, solo puedo vociferar desde este espacio y hacerlo de este modo. Por lo menos, queda dicho. Que les den.