Otro día más que rescato imágenes del disco duro. En este caso son de hace mucho tiempo, de una época en la que yo ni soñaba con dedicarme a la fotografía. Cómo cambia la vida. Cambia aunque no lo parezca. Somos seres condenados a una constante transformación, por dentro y por fuera, visible e invisible, audaz, pintoresca y casual.
Por eso me hace tanta gracia cuando alguien no para de decir cosas como “es que yo soy…” o también “es que a mí lo que me pasa es que…”. Tonterías. Uno es como es en función de las circunstancias, ni más ni menos. Y en cuanto esas circunstancias cambian, se desencadenan una serie de procesos que hacen que cambien aspectos profundos que creíamos inamovibles.
Me parece que hay que estar más atento a lo que pasa con nosotros en cuanto piezas y elementos del espacio y tiempo que nos rodea y dejar de considerarnos en cuanto entes importantísimos, únicos e irrepetibles, porque esto último no es verdad. Nadie es único e irrepetible. Ya hemos existido antes. Ya ha nacido gente con nuestras mismas manías, gustos, formas de reír, gestos, timbre de voz, habilidades, etc.
Donde sí somos únicos e irrepetibles es en el lugar que ocupamos en nuestro entorno, en nuestra relación con los demás y con nosotros mismos, en nuestra forma de interactuar y desenvolvernos. En definitiva, en el espacio y el tiempo que ocupamos mientras estamos vivos. Y es ahí donde deberíamos enfocarnos para tratar de obtener el grado de felicidad al que aspiramos. Si no somos capaces de darnos cuenta de que no somos nada sin el otro y sin lo otro, entonces vamos mal. Sólo somos una pequeña pieza de una gran maquinaria y nuestro objetivo debería ser que la maquinaria funcione, no que esa pieza destaque por sobre las demás. Si la máquina funciona entonces está todo bien y nos sentiremos plenos, realizados y satisfechos. Si el engranaje falla, entonces todo falla en cadena y notamos cómo se desmorona el universo a nuestro alrededor. Créanme: yo lo he notado. Lo malo es que uno se da cuenta cuando ya es demasiado tarde, cuando ya no puede hacer nada más que lamentarse.
Claro que todo esto no son más que reflexiones al por mayor. Parafraseando a Grouxo: “estos son mis principios. Y si no les gustan, tengo más”. Pues eso: estas son mis reflexiones, y si no les gustan tengo más.