Reflexiones alvaradianas

Publicado el 17 junio 2012 por Carlos Romero @CarlosRomeroSFC

La única forma en que la gente se entienda es hablando claro. Nada de medias tintas. Hablar claro es el punto de inflexión donde se marcan los territorios de las ideas, las fronteras éticas que no deben traspasarse y sobre todo lo que te acerca a determinadas personas y lo que te aleja de ellas. A partir de ahí lo raro será que exista el odio, no necesariamente la amistad, porque sabes a qué atenerte.

Ya dije a Jesús Alvarado públicamente en twitter que hay cosas en las que estoy de acuerdo con él y cosas en las que no. Pero esto es como la vida misma, aquí no vamos a descubrir América ahora. Él lo ratificó diciéndome lo mismo, es lo normal. Él es un tío directo y te dice las cosas como las siente, se nota cuando hablas con él. Yo soy igual.

No me gusta que Jesús generalice cuando hace críticas. Yo entiendo que no debe arremeter contra el sevillismo crítico y lo entiendo porque si somos los grandes de Andalucía en gran parte es por eso. A veces me he sentido aludido porque mi pensamiento es distinto a su forma de entender el sevillismo y el fútbol y no nos ha dedicado precisamente “bonitas palabros” a los que no pensamos igual. El sevillismo de granito tiene amplias expresiones, múltiples sendas propias de una afición con criterio,  muy alejadas del pensamiento único y a diferencia de otros no es una afición conformista. Es muy jodía, pero es la que tenemos y si no lo aceptas tienes un problema.

Así mismo el fútbol tiene tantos entrenadores como aficionados existan. Cada cual lo entiende como el culo si le viene en gana, pero eso no hace daño a nadie. Que alguien te lo recrimine rozando el agravio, sí,

Sí sé perfectamente, salvo muy honrosas excepciones, qué tipo de prensa deportiva sevillana es con la que tenemos que lidiar y soportar, de hecho he dado buena cuenta de ella en este blog que están leyendo, pero si me repitiese todos los días una y otra vez terminaría por cansar a todos y el efecto que quiero conseguir sería el contrario. Es lo que ha sucedido en mi corto entender. Su crítica, cansina, que ha confundido con la libertad de expresión en ocasiones, se ha vuelto contra él, sus enemigos solo han tenido que esperar sentados en el escalón de la puerta de su casa con su marcha de los medios oficiales y ahora son más fuertes que nunca. Es mucho más efectivo dar fuerte de vez en cuando, que dar todos los días cansinamente, da igual la intensidad.

Y es que yo pienso que Jesús Alvarado como ente es un torrente de sevillismo inmenso, que en los últimos tiempos ha estado muy desaprovechado, así se lo he dicho a gente cercana y hoy se lo digo a él y al mundo mundial. Como también he dicho, a ver con qué chaladura nos sorprenderá hoy el majara este, (cariñosamente dicho, quede claro). Pero utilizar tales sinergias, fuerzas centrífugas y centrípetas al mismo tiempo, como remolinos, solo las pueden provocar él y el presidente del Sevilla FC.

Fuerzas que entre el sevillismo pueden llegar a provocar para delirio de la mayoría y no haberlo puesto en marcha de verdad, porque otras cuestiones nublaron su horizonte blanquirojo, es algo sobre lo que deberá reflexionar en algún momento y un pecado del que tarde o temprano deberá arrepentirse.

Jesús Alvarado es una persona que conozco. Hemos coincidido en algunas ocasiones, no es mi amigo, tampoco es mi enemigo en absoluto y le tengo en gran estima. Pero chicos, a los “anti”, siento decíroslo, los de colorao son los míos, él sabe, porque se la conté y la comprendió, la epístola del hermano pequeño al que le pego las collejas que sean necesarias, pero que nadie me lo toque porque a fin de cuentas es mi hermano por muy chungo y metepata que sea, o no. Hay veces en las que el hermano pequeño me toca ser a mí, dicho sea de paso, uno no tiene vocación expresa de ser hermano mayor como comprenderéis. Hablando en términos futbolísticos, quede claro, el último de los sevillistas está por delante del primero de cualquier otra afición, o el periodista tendencioso,  y es de lo que no se enteran algunos. 

¿Pero saben? Fíjense que estamos hablando de una persona muy concreta y esto no es casualidad. No hablamos de Antonio Martínez, José González, o Filomeno García, personas muy respetables y queridas en su casa con locura, por sus amigos, sevillistas de pro, probablemente con muchos años de carné. Hablamos de un señor que ha puesto los pelos como para colgar llaves inglesas del quince a cientos de miles de personas. No se te olvide, querido.

Su aportación al sevillismo ha sido excepcional. Señor mío, señor “anti”, usted miente si dice que no ha llorado cuando Luis Fabiano marcó aquel gol en Eindohven,  mucho más cuando Kanouté marcó el cuarto, ambos  de viva voz de Jesús Alvarado. Y todavía hoy le recorre un nosequé por el espinazo si se lo repiten. Al pan, pan y al vino, vino. Póngase de pie, haga el favor.

El orgullo con el que miles de sevillistas exhibieron junto a él a través de las ondas, a través de Internet, ese sevillismo que se vive a miles de kilómetros de distancia gritando a viva voz. ¡Aquí estamos, somos el sevillismo!

Ha transmitido su sentimiento de una forma especial, como nunca antes lo vivimos. Jesús, puso voz y corazón a las heroicidades de aquella “Generación del Centenario”. Al corazón de aquel sevillista dormido y anestesiado con el paso de los años y por el que pasaba la vida con ilusión en el blanquirojo subconsciente, pero sin chicha ni limoná en el plano tridimensional. Porque… ¿cuántas temporadas iban ya cantando eso de “otro año igual” que últimamente se compaginaban con aquello de “Del Nido ratero, devuélveme el dinero”, por cambiar de cantinela tras otros pésimos años en Segunda?

Ahora el problema es otro y es que ya tenemos encima a esa nueva generación que se piensa que esto siempre fue como estos pocos años atrás. Los que tienen veinti pocos años, albergaban cuando empezó Jesús a oírse en las ondas hertzianas, no más de 12 o 13 años. Sus pensamientos en blanquirojo han crecido bajo el signo y a la luz del éxito más absoluto. Son a los que más cuesta valorar el sino de un Sevilla FC de las penurias y sus críticas suelen ser de una virulencia descompasada con una realidad que va más allá de donde alcanzan sus horizontes. Los que tenemos cierta edad y peinamos canas, (a los que nos quede pelo, claro está),  valoramos estas cosas como quien degusta un buen vino y su poso de sabor residual que retrotrae a tu mente experiencias metafísicas.

Jesús ayudó a despertar ese orgullo, (otros le llaman prepotencia, bendita prepotencia), un orgullo que el sevillista lleva impreso en el alma genéticamente, como el color de la piel, sea el que sea, o el color del pelo, que estaba como aletargado tras tantos años de medianías.

Gracias Jesús. No darte las gracias como sevillista sería una injusticia, ya te dije que con el tiempo volverás a tu casa, no lo dudo. Los motivos de tu marcha me importan un carajo. Aunque no te perdonaré jamás el infarto que estuvo a punto de darme aquella vez, en semifinales del Campeonato de España frente al Getafe, escuchándote con mi radio. Te lo he contado varias veces. Todavía me tiembla el pulso y tengo pesadillas. Te maldecí hasta límites insospechados.

Déjate un tiempo de periodistas infames, ya les conocemos. Déjate de pitaores, nunca se extinguirán en esta afición, al que tengo detrás me basta con echarle una mirada de vez en cuando. No te dejes embaucar por los cantos de sirena de los aduladores, (sirven más aquellas indicaciones que te hagan reflexionar y que te harán mejorar en consecuencia). Borda el sevillismo como tú solo sabes hacerlo, en blanco níveo, deslumbrante, cegador y rojo carmesí. Transmítelo como si de una herencia divina se tratase, llegando justo al corazón que late en sevillista y que duele. Es tu sino.

No estarás en los medios de comunicación del club por un tiempo, sigues teniendo esa ventana al mundo que es tu blog, tu despedida es tan solo un “hasta luego”, estoy convencido.

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