¡Hola, hola, hola!
Esta vez quiero hablar de algo serio. Hace poco me sumé a una iniciativa – podéis verlo en el lateral derecho del blog –, la Iniciativa Bloggers Feministas (IBF), propuesta por Hydre Lana, del blog El blog de Hydre Lana. Un amor de chica, si queréis mi opinión. No dudéis en pasaros por allí, porque de verdad vale la pena. ¡Id corriendo a echar un vistazo a su propuesta! ¿Y cómo quiero intentar concienciar yo, además de con lo que ya propone la buena de Hydre Lana? Con una pequeña reflexión, sí, sí. ¡Vamos a ello!Seamos feministas
Reflexiones de una lectora4 Volví la mirada por las risas, y seguí mirando por las chicas.Las chicas, Emma Cline Chicas, chicas y más chicas. Chicas que sufren, chicas que se ríen, chicas que lloran y otras que se enfadan. Pero siempre chicas. Supongo que sobra decir que, como chica que soy, doy mil millones de gracias al cielo por todo lo que hemos avanzado. Por el hecho de que no dependamos ya de los hombres para ir a hacer algo tan banal como tomar una cerveza después de un día de mierda, para ir a comprar, para salir… La cosa va de derechos y, aunque aún queda camino por recorrer, vamos paso a paso hacia la igualdad. Preciosa palabra, esa de igualdad. ¿Y por qué os cuento esto? Siempre digo que, después de 2017 años de historia, es harto patético que persistan algunos tópicos. Tópicos dañinos que, desgraciadamente, nos afectan directamente como lectoras, y como lectores, por supuesto. ¿Qué tópicos? A ver si os suenan mis ejemplos: Caso 1. Chica desamparada en mitad de la lluvia con una rueda pinchada y, sorpresa, sorpresa, viene un pene en su rescate. Sí, un pene. Decidme, ¿es qué por tener vagina no sabemos usar un condenado gato? ¿No somos capaces de cargar con una rueda? Porque si es así hacédselo saber a mis profesores de artes marciales, a ver si así nos ahorráis a mis compañeras y a mí las pesas. Chica en apuros. Chica que necesita a un chico. ¡Y una mierda! Caso 2. Chica a la que acosa un chico. Un desgraciado mirón y baboso que es capaz de forzarla a lo que sea, pero ojo, que aparece nuevamente un pene vengador y… ¡Sorpresa, sorpresa, sorpresa! ¡Todos salvados! Caso 3. Es muy tarde y una chica tiene que volver sola a casa, algo impensable para el pene con el que se ha estado acostando. Y es que, al parecer, los penes son salvavidas. Sí, sí, como os lo cuento. ¿Sabéis esas frases de ancianas, esas que vienen a decirnos que “tu hermano sale hasta tarde porque él es un chico”? A lo que yo contestaría: “y tú yo somos chicas, ¿se puede saber de parte de quién coño estás?”. Casos y más casos. Pensad en el que queráis. Chico que libra a la chica de una situación difícil, chico que mantiene económicamente a la chica, chico que somete a la chica a golpe de palabra… Chicas, chicas, chicas. Chicos, chicos, chicos. ¡Busquemos las similitudes, que las diferencias son evidentes! Todas, todos, somos personas. Ellos y nosotras. Nosotras y ellos. Hablaba hace poco con unas amigas sobre estas cosas. Hablaba de la literatura que, desgraciadamente, transmite valores erróneos. Y lo más patético del tema es que buena parte de esa “literatura” la escriben mujeres. Mujeres que, al parecer, no valoran todo lo que otras mujeres han tenido que sufrir para que a día de hoy estemos donde estamos. Rompamos con eso. Mandemos al maldito infierno toda esa ristra de tópicos enfermizos, de clichés opresivos que nos devuelven al asqueroso patriarcado. Demos una patada en el culo a todas esas palabras hirientes, a todos esos sucios comentarios que nos hagan sentir inferiores. Ni lecciones de cómo vestirse, ni sanciones o castigos por no tener sólo amigas, ni miradas asesinas porque alguien esté “tirándole los trastos, la caña o lo que os dé la gana” a la chica de “x”. No hay chicas de nadie, al igual que no hay chicos de nadie. Somos todos iguales. Todos y cada uno de nosotros, todas y cada una nosotras. Rompamos con eso, decía. Desde abajo. Empecemos una revolución, una en la que podamos denunciar todo aquello que es injusto, en la que nadie se sienta oprimida u oprimido bajo la fuerza, física o verbal, de nadie. Luchemos. Con uñas y dientes. Luchemos hasta que consigamos que todas las nuevas lectoras defiendan las relaciones sanas, las que no hablen de qué ropa ponerse, de cómo sonreír, de cómo maquillarse… una literatura que no implique etiquetas como “puta” o “calienta-pollas” para las chicas que tengan vidas sexuales activas, una que no hable de chicos con pasados de mierda que pretendan justificar reacciones abusivas. Hablémosles de relaciones sanas, de hombres que respeten, de mujeres que se hagan respetar. Hablémosles de personas. Seamos, todas y todos, todos y todas; feministas.