Reflexiones en el jardín

Publicado el 09 abril 2015 por Angela Monasor @AngelaMonasor

Hoy iba a escribir sobre otra cosa, pero he llegado a casa y he ido al jardín.

Desde hace unos meses vivimos en un pisito con jardín. El jardín fue una de las cosas que nos convenció para alquilar el piso. Bristol es una ciudad que se disfraza en invierno y se engalana en verano. En primavera los colores dinamitan en flores que resquebrajan las paredes teñidas de arte urbano. La luz se hace larga y los rayos de sol se asoman entre los vapores del cielo como en las estampas de imágenes religiosas.

Así que nos compramos un libro, designamos un cuaderno de notas, miramos unos cuantos vídeos en youtube y jugamos a ser agricultores y jardineros… hasta que, en los primeros días de sol, nos encontramos con nuestro enemigo. Realmente ya lo habíamos visto antes, pero no sabíamos quién era, ni la consecuencias de su existencia. Dada nuestra escasa experiencia en el juego, lo confundimos, y se aprovechó para ganarnos terreno.

La hierba nudosa japonesa.

La hierba nudosa japonesa o Fallopia japonica es una planta perenne originaria de Asia, e importada a Europa y Norteamérica. Se introdujo en occidente en 1825 como una planta ornamental, y a día de hoy se considera una especie invasiva en Reino Unido, Estados Unidos y Canadá. No produce semillas, pero puede brotar a partir de pequeños pedazos de raíz, por lo que es muy difícil de erradicar. En verano, puede llegar a crecer hasta los dos metros en pocas semanas.

Fallopia Japonica – claramente el nombre se le dio por los brotes

La única manera eficaz de eliminar la invasión japonesa es con altas concentraciones de herbicida, pero no es seguro para mí aplicarlo directamente en mi jardín sin supervisión, ni sabiendo si se puede filtrar a las aguas subterráneas. Así que llevo varios días cortando tallos y arrancando raíces. No se me escapan. Los tengo en el punto de mira. Tan pronto como veo un tallo asomar ¡zas!. Y los desechos no se pueden tirar a la basura, porque son clasificados como de “alto riesgo”, así que los tengo que secar y quemar.

No me aburro.

En esta trinchera verde, he vuelto a una reflexión antigua: es absurdo pensar en los parásitos como adversarios. Y sí, lo es tanto, como pintar mi pala de escopeta. Aunque eso es más bien una cuestión de actitud guerrera.

Estamos acostumbrados a que nos describan el sistema inmune como un organizadísimo — y a menudo futurista — ejército que defiende el cuerpo de invasores despiadados. El parásito, sin embargo, carece de personalidad, no tiene conciencia. El parásito sólo sobrevive: nace, crece, se reproduce y muere. Si es bueno, lo hará sigilosamente; aprieta pero no ahoga. Si debilita mucho a su huésped, tendrá que contagiar otra casa.

Ya sea cuando usamos antibióticos y vacunas, o cuando atacamos una plaga a toque de azada, recordemos que somos nosotros los únicos que luchan. Nuestro rival sólo sobrevive.

La hierba nudosa japonesa ya en flor


Archivado en: BIOLOGÍA, SALUD Tagged: hierba, jardín, mala hierba, parásito, plaga, sistema inmune