Ya tenemos otro cadáver exquisito para agrandar la macabra lista de los 27. Amy Winehouse se une al club de Kurt Cobain, Jim Morrison, Janis Joplin, Jeff Buckley o Jimi Hendrix, razón por la cual su discográfica ya se debe estar frotando las manos.
La gran producción de Mark Ronson y su ristra de escándalos hicieron el resto, y crearon una espécie de leyenda, que por lo visto, ha acabado jugando en su contra.
Para mi punto de vista, lo que me parce lamentable es que una señora que ha acabado como parecía que quería acabar, cope más portadas que una matanza como la de Noruega, donde hay muchísimas víctimas inocentes, y osaría decir que todas desearían estar vivitas y coleando, cosa que de la señorita Winehouse no se podría decir lo mismo.
Hasta que sabremos los resultados de la autopsia, de lo que no tenemos ninguna necesidad, diarios, programas de morbo y revistas del corazón, juzgarán su vida y milagros y seguro que añadirán un recuadro pequeño en la misma página, en la que pondrán una foto de Pete Doherty y dirán que el puede ser el siguiente, cosa que dudo, ya que a pesar de ser un yonki como ella, el tio tiene un mínimo de inteligencia, cosa que en ella, aunque solo fuera por autodestructiva, no lo emanaba.
En resumen, crónica de una muerte anunciada, que no ha sorprendido a nadie, y que debería hacernos pensar a que personajes acabamos idolatrando y que culpa tenemos nosotros de cosas así, al reirles las gracias.
Solo son mis reflexiones en voz alta...