Ahora sé que me equivocaba, es realmente ahora cuando las cosas no me importan tanto. Bueno, me corrijo, es ahora cuando se darle el valor justo a las cosas, he aprendido a valorar qué cosas tienen importancia y cuales no. Esto no significa que aquello que considero menos importante no me afecte, me afecta, pero en menor medida que aquellas cosas importantes.
He aprendido a dedicar el tiempo justo y necesario a este tipo de cosas sin importancia. He aprendido que si veo que algo no merece realmente la pena hay que obviarlo y pasar a hacer cosas mejores. He aprendido que la vida son dos días y que hay que disfrutar, sin hacer daño a nadie y sobre todo lo más importante, sin hacerte daño a ti mismo.
También puedo decir que he aprendido que si en esta vida hiciera todo lo que me gusta no me iría tan bien, hay que saber separar lo bueno de lo malo, ignorar lo malo, tirarlo a la papelera, aunque sea algo que nos guste. Un ejemplo que define esto a la perfección son las relaciones tóxicas, tú piensas que es bueno, que eres feliz, que disfrutas, pero realmente estás atada a esa persona, haces todo para y por ella, sin darte cuenta de que te estás haciendo daño a ti mismo.
He aprendido a liberarme, a saber decir basta, aunque algunas veces me sea infiel a mí misma, aunque a veces me traicione. He aprendido que la verdadera felicidad es ser libre, no depender de nada ni de nadie, solo de ti misma.
En conclusión, he aprendido a ser yo, a ser libre, a abrirme a los demás, a no ocultarme durante más tiempo, a reir cuando soy feliz, a disfrutar. He aprendido a volar. El tiempo pasa, pasa para todos, y por eso hay que vivir cada instante como si fuera el último.