El sentido de la vida ha sido una pregunta constante desde hace siglos. Ayer, viendo a Hard day´s night, pude constatar que esa pregunta es siempre sobre la vida de uno mismo y esta ligada con la duda –no la necesidad- de la trascendencia.
En otras palabras, las dudas en torno al sentido de la vida no buscan más que dirimir si debemos o no buscar la trascendencia, las formas de encontrarla según lo que de ella entendamos. La duda, esa dualidad, a simple vista podría parecer una contraposición entre una lógica espiritual versus una lógica material. La pugna entre desarrollar nuestro mundo metafísico o aprovechar nuestros recursos empíricos sensibles.
Algunos dicen que se logra desarrollando el mundo metafísico, el alma, el espíritu, el intelecto, ya sea a través de fórmulas religiosas, ideológicas, académicas, etc. Esa generalmente es la forma más aceptada por el común de la gente. Eso obviamente no quiere decir que por eso sea la correcta.
La mayoría piensa que aquellos que dan más espacio al goce de sus sentidos se alejan de la trascendencia, a riesgo de pasar “sin pena ni gloria” por la vida como meros gozadores ociosos.
El sentido de la vida ha sido una pregunta constante desde hace siglos. Ayer, viendo la película Hard day´s night de The Beatles y pude constatar que esa pregunta es siempre sobre la vida de uno mismo y esta ligada con la duda –no la necesidad- de la trascendencia.
Justamente ayer también, pero antes de relajarme viendo cantar a Los Beatles en su época de jóvenes e irónicos –y pensar que dos ya están muertos pero seguían vivos ahí en la pantalla – vi un papel ordinario donde se invitaba a meditar sobre distintas elucubraciones varias, como de esas mezclas verbales llenas de pirotecnia que hacen los que supuestamente ven el futuro o los que escriben libros de autoayuda, que en el fondo son simples enlaces de palabras sin mucho fondo.
Cosas extrañas y algo ridículas como la metafísica del superfluo introspectivo; o el conocimiento del yo bajo su propio prisma. O sea, algo que podemos llamar como análisis del ser humano común. Porque aunque a algunos les duela, todos somos en parte superfluos y también introspectivos. Nadie es ciento por ciento espiritual.
Y la comparación no tardó en llegar entre Los Beatles trascendiendo y el mensaje de un anónimo metafísico, y pude visualizar que no necesariamente el desarrollo del mundo metafísico permite la trascendencia, sino que nos hace perder el tiempo cuando se vuelve un exceso. Y entonces aquellos se crean imágenes erradas y ficticias de la vida y de sus propias vidas.
Porque aquellos que están tratando de encontrar sólo en el mundo metafísico varias respuestas a la trascendencia y el sentido de sus vidas, sólo pierden el tiempo de aprovechar su vida sensible y por ende de vivir su vida realmente.
Entonces vi que aquellos que gozan del mundo sensible, de los placeres mundanos, los placeres de la carne, probablemente tienen más oportunidad de ver los caminos a la trascendencia. Porque no se encierran en mundos irreales y ficticios de su mente, sino que captan la vida misma, su propia y única vida con su placer, su dolor, con sus olores y superficies.
Y entonces, les es más valioso apreciar lo importante para ellos, y para quienes les rodean. Porque quizás el hijo de aquel sujeto recuerda más un juego de fútbol que un tratado sobre la metafísica del yo complejo.
Lo cierto es que viendo a los Beatles y su trascendencia simple pero profundamente sólida, pude visualizar que la trascendencia de la existencia es una preocupación de los vivos, de un temor a no vivir lo suficiente y haber hecho poco. Sobre todo, que importa muy poco buscarla en un sentido estricto porque es más probable que se la encuentre viviendo al máximo, por tanto, también se puede producir dando espacio al aspecto vividor del ser humano.
En el fondo, la trascendencia de un muerto, la miden los vivos, aún cuando al muerto ya le importa un carajo.