Esta vorágine productivista implentada por el Capitalismo no se puede entender bien del todo si no tenemos en cuenta el periodo que emergió con el cientificismo y la Revolución industrial creada a partir de los avances técnicos y tecnológicos que dieron lugar a la fabricación de armas y tecnología militar para poder hacer la guerra y apoderarse de los recursos naturales de otros países y regiones menos avanzadas tecnicamente, de esta manera se conseguia subyugar a la población y definir un modelo de organización social basada en la acumulación de Capital.
La Revolución industrial es una consecuencia de la industria de guerra para fabricar armas y no un proceso de desarrollo, progreso y modernización de las fuerzas productivas sociales que ponen en marcha los productores de mercancias autónomos e interdependientes.
La Revolución industrial nace con la industria militar para abacar todas las actividades de producción humanas y destinarlas a la creación de un aparato técnico y tecnológico de control total basado en el dominio de la Naturaleza y el ser humano para someterlo a los designios de quienes controlan la Máquina (Estado) y configuran el sistema de dominación total.
La aceptación y adoración de los líderes, jefes y gurús de todo tipo por las masas es sinónimo de subordinación, y el reflejo de la decadencia y degradación del individuo y la sociedad que necesita ser inexorablemente gobernada y manipulada por una élite de Poder igualmente decadente y degradada que ve en su súbdito al irresponsable e insensato que debe ser dirigido y utilizado en todo momento de su vida.Y por lo tanto también controlado como a un ser menor infantilizado e incapacitdado para tomar sus propias decisiones.
De manera que en estas circunstancias el gobernante perverso y ávido de más Poder sea la figura paterna que lo pueda manipular, explotar y matar cuando más le convenga para su interés y beneficio.Si la supervivencia o en último término la vida está supeditada a la obediencia como forma de conciencia y ésta fomenta la servidumbre, aquella acabará determinando ésta, decidiendo inexorablemente la voluntad del individuo y de la sociedad por unas fuerzas que le son ajenas (hasta cierto punto incomprensibles para una inmensa mayoría) debido a que las condiciones materiales que imponen una conducta de convivencia ya han sido en mayor o menor medida planificadas por esos agentes externos que determinan en general las formas de producción social.
Efectivamente, si la explotación engendra violencia, cuando aquella se legitima y normaliza por la sociedad (a través de sus mecanismos de producción y organización; Capital y Estado), ésta también lo hará para convertirse en forma de convivencia social aceptada y gestionada por los mismos mecanismos que la pusieron en marcha, es decir, el Estado y el Capital.
El constante ambiente de pánico y terror sistemático creado por los medios de comunicación de masas refleja en buena medida la velada declaración de guerra que ha llevado a cabo durante siglos la clase dirigente (gobernantes) contra la clase popular (gobernados) para consolidar y perpetuar la jerarquización como forma de organización social.
De manera que la coacción e imposición como fuerza de dominio ejercida por la élite de Poder a sus ciudadanos o súbditos se camufle y normalice en la medida que sea posible con los diferentes grados de voluntad de poder que se dan entre sus miembros.