Reflexiones sobre el tiempo en una internación

Por Jose2gm68 @josemarianieto
Foto Portada del Libro De Tóxicos y Tónicos. Apuestas Psicoanalíticas
Lic. Ezequiel Althabegoiti
Los tratamientos para abordar la problemática de las adicciones son variados, los motivos de las consultas también son diversos, los recorridos son disimiles, y no es tan fácil acordar  criterios cuando de subjetividades se trata; pero en rasgos generales, con algunas variaciones, las derivaciones para las internaciones cumplen o deberían cumplir con ciertos requisitos, tantos legales e institucionales como sociales y subjetivos. Son importantes tanto unos como otros. Aquí tendré en cuenta la importancia de ese tiempo subjetivo, que no siempre se encuentra, que hay que saber esperarlo, escucharlo, ya que muchas veces aparece la predominancia de lo intrusivo y apremiante que tiene el efecto del tóxico en el cuerpo, tanto físico como social.
El sujeto que llega a una internación, o los vestigios de ese sujeto, es alguien que se presenta totalmente tomado por el tóxico, no respeta normas, pautas, horarios, cuidados personales, entre otros aspectos, y el pensamiento invadido por la idea de consumir o, en el mejor de los casos, querer dejar de consumir pero sin poder hacerlo. Seguramente hay otras presentaciones, pero esta es recurrente, cuando la persona ha agotado toda instancia para poder armar algo diferente de lo que venía haciendo, ha tocado fondo, decide decir basta varias veces, prueba diversas alternativas, hace un recorrido y llega a la comunidad terapéutica con la promesa de que se le restituyan aquellas normas, pautas y responsabilidades que en algún momento perdió o le sean instauradas en el caso de que nunca hayan existido. A este primer momento de nuestro recorrido podríamos equipararlo con ese primer momento de consulta, hay algo que no funciona, que ha agotado todos los medios, y se torna urgente encontrar una solución; siguiendo esa línea es usualmente se trabaja en el ámbito de las C.T´S, buscando la solución, restituyendo diciéndole al paciente cómo, cuándo y dónde; en cambio, analíticamente se aborda aquel costado subjetivo, en búsqueda de aquello que hizo que la persona empiece a ver que algo dejó de funcionar, más allá de las urgencias. Las internaciones, habitualmente- y no exclusivamente-, se realizan en C.T´S. Esta denominación fue acuñada por el psiquiatra inglés Maxwell Jones, en 1952. En esa época, se entendía como C.T una modalidad de tratamiento a través de la cual los propios "pacientes" asumen responsabilidades dentro del proceso terapéutico, no solo en relación consigo mismo, sino también con los otros. En 1962 se fundó en Nueva York la comunidad terapéutica Daytop, con el apoyo del Monseñor William O´Brien, impulsor del actual sistema de C.T. El modelo Daytop se sustenta en la autoayuda, personas que han vivido la misma experiencia son capaces de ayudarse en la solución del problema. Otra modalidad de trabajo es el de Proyecto Uomo, creado en la década del 60. Este modelo busca formar operadores calificados para desempeñar la labor de terapeutas especialistas en este tipo de comunidad. En la actualidad es muy usado en Europa, América y Asia. Luego de un poco más de un mes de estar internado, "El viejo", y de haber pasado por un período en el que la institución se garantiza que la persona ha comprendido el funcionamiento del lugar, haber adquirido las pautas, normas y algunas "herramientas" que versan acerca del "saber separar", el amor responsable, "controlar impulsos", entre otras, que le dicen al residente qué es lo que debe hacer ante ciertas circunstancias, las cuales, a veces, se muestran como obturadoras de alguna producción subjetiva y otras son necesarias por una cuestión de convivencia, es derivado a un espacio individual. Con boina roja levemente inclinada hacia el costado, perteneciente a una larga década de los 60 por lo vivido, se pasea muy estridentemente mencionándose como un revolucionario político de los años 70 que, conjuntamente con otras características y dichos, hacía ir pensando en alguien detenido en el tiempo y que estaba pisando baldosas un poco flojas, por lo cuál consideré que debía ir con cierta precaución para delimitar el abordaje y la escucha a seguir. Las primeras entrevistas se orientaron en esta dirección, se trataba de alguien que estaba muy cerrado a hablar más allá de su discurso político, muy fuertemente identificado con una ideología, y pidiendo que se le dieran herramientas terapéuticas que le sirvieran para dejar de consumir. Entrar por el lado del discurso político e ideológico podría haber sido tentador pero a veces es preferible tener cierta precaución para ver qué función cumple ese discurso en su vida y esperar que aparezca ese tiempo que no tiene que ver con el tiempo cronológico y mucho menos con el tiempo que la comunidad establece para que la persona vaya superando etapas hasta llegar a la reinserción social, y, a partir de ahí, comenzar a trabajar. Por lo cual comenzamos por el lado del tóxico, que se presentaba como algo que ya no funcionaba, algo que se había caído pero insistía, es ahí donde "El viejo" empieza a historizar aspectos de su vida con algunas reticencias. Cuenta que comenzó a consumir cuando regresó a la Argentina luego de restablecida la democracia, haber sentido que se perdió la lucha, que se separó por completo de su familia, que formó pareja con una mujer que también consumía, la cual murió en sus brazos, y que el consumo de pasta base más de una ve lo llevó al límite de la muerte, cuando dice límite con la muerte, es más del lado de la muerte que otra cosa. A pesar de que se abría algo de su historia de consumo y de vivenciar que ya no era poco, "El Viejo" seguía protestando y teniendo fuertes encontronazos de entredichos políticos con compañeros y operadores, sin embargo, es a partir de estos enojos que empieza a hablar de su comienzo partidario en la Juventud Peronista, siendo estudiante de Ingeniería, y como poco tiempo antes de que estalle la dictadura militar, a los 19 años, es detenido, encerrado con una bolsa en la cabeza, torturado y extraditado del país sin poder regresar hasta restablecida la democracia, este relato sucede con un dolor profundo y encendidas lágrimas, lo que en este momento permite que el paciente comience a hablar sobre el sufrimiento, el dolor, el resentimiento, empezar a hablar sobre algo que nunca habló, que callo por años, aventura algo sobre la relación con su padre, sus hijas comienzan a decir: "¡Papá!" volvió, pero relativiza ese discurso encendido; asimismo comienza a leer un libro de José Pablo Feinmann ( La sangre derramada), a partir del cual podrá decir que es la primera vez que se ríe  de los ingenuos que fueron en creer que iban a poder tomar el poder frente a un mecanismo tan perverso, empieza entonces a relativizar esa creencia acérrima sin abandonarla, mira su historia de costado con cierta sonrisa, llora a alguno de los seres queridos perdidos, familias enteras perdidas y continúa hablando de su jugar con la muerte ("abrazo a la muerte"). Entre idas y vueltas, pautas comunitarias y el surgir de esta historia desgarrada es cuando su beca de internación termina, se realiza un cierre para que pueda continuar en algún otro espacio, con otro profesional, aquello de lo que empezó a hablar en un año de internación. El caso que brevemente relato es para pensar sobre el tiempo, los diferentes tiempos que se circunscriben en relación a un tratamiento de adicciones en una internación, el primero de ellos tiene que ver con esa consulta particular y con el recorrido previo con el que llega al espacio individual; luego, el tiempo en el que, con muchas resistencias, el paciente comienza a hablar y a comprender, momento en el que fue necesario cierta espera cautelosa para que algo de esa historia se empiece a inscribir en la transferencia, algo de ese dolor comience a transitar por los carriles de las palabras, a contramano de los tiempos institucionales, dejando la brecha abierta para analizar bien cuál era la función del tóxico, qué pasaba con esos enojos a punto de "estallar", ese jugar con la muerte, donde algo de ese goce empezaba a trastocarse. Esta espera cautelosa tiene que ver con la concepción que tenían los griegos respecto del tiempo, en la que Chronos es el tiempo del reloj, cronológico, el tiempo que se mide, Kairos, el momento justo, que podríamos relacionar con ese tiempo de apertura para la comprensión, cuando el paciente comienza a ver que más allá de todas las herramientas terapéuticas que se le pueden facilitar, ya no alcanzan, porque hay algo que sigue insistiendo, ya no le basta contar hasta diez antes de actuar o decir algo, sino que tiene que ver con otra cosa, en todo caso, con él mismo. Es luego de este dolor desgarrador que relata, y con un tiempo intermedio de elaboración  y resistencias en el que se empezó a tejer el tiempo de comprender, que vino aparejado con algún movimiento libidinal, comienza a ver con otra mirada su historia, no ya tan en carne viva, sino desde otro lugar, a este momento, a mi entender, le siguió un tiempo de finalización que no tiene que ver con la particularidad subjetiva, sino con un tiempo cronológico, que marca cuándo empieza y finaliza algo, lapso que se puede cuantificar monetariamente convirtiéndose en un valor de cambio en el discurso amo, el cual tiende a homogeneizar y estipular que, en un determinado período, se debe restituir al residente a la sociedad, en todo caso, quedará del lado del sujeto ver como continuará lo que empezó a ver y a comprender para poder concluir más allá de lo que acuerda el discurso amo. Es probable también que el paciente haya decidido, por el momento que de lo que restaba, durante la internación no iba a hablar, que en todo caso todavía no era tiempo. Le había resultado suficiente haberse animado a hablar con un extraño al movimiento político (como se refería a mi persona) y dejar para más adelante seguir analizando algunas otras cosas; respeté eso, su tiempo y el tiempo comunitario, más de una vez Chronos se impone. En resumen, podríamos dar cuenta de tres tiempos puestos en juego: uno que tiene que ver con un tiempo lógico, cronológico, como ese momento particular de llegada a la consulta, como quien va al dentista a que le saquen un muela, donde es necesario cierta cautela para poder arribar a un diagnostico presuntivo que permita la apertura de otro tiempo que no tiene que ver con la cronología, sino con el comenzar a hablar, a entender, a saber, saber que se da en un dispositivo en transferencia, en el que hay una elaboración epistémica que va de la mano con algún movimiento libidinal, en el que algo se empezó a destejer y a mirarse desde otro lugar menos descarnado, en el que algo de la estructura temporal de la indestructibilidad del deseo se empieza a trastocar. Después, el paciente dirá algo fastidiado: "Yo ya sé que siempre estuve jugando con la muerte y me hice todo lo que me hice, por todo lo que me pasó, pero bueno, me queda poco tiempo, tengo que armar mi red social, etc...", aquí se enmarcaría el tercer tiempo, de finalización, que queda más del lado del primer tiempo que en lo que debería haber sido un tiempo más del lugar del acto, en todo caso, será otro momento.
Dr. Ernesto Gonzalez Presidente C.A.P.L.A Te gustó el artículo? Seguí adiccionesxxi en Facebook!!! Deja tu comentario