Revista Diario

Reflexiones sobre la libertad de elección por Jorge Gróstico

Por Julianotal @mundopario

Reflexiones sobre la libertad de elección por Jorge Gróstico¿Quién o qué habría subvertido el orden de las cosas? ¿En qué medida el hombre puede sentirse liberado?, circulaban en la mente de Gróstico mientras se detenía con la taza en la mano frente al mostrador del casino, donde el cocinero con cara de pocos amigos lo observaba impaciente, buscando respuestas ante un dilema en ese momento difícil de resolver para Gróstico: ¿MATE o TE? Evidentemente Jorge has lefts the building, al menos su mente continuaba tratando de encontrar respuestas a la introyección de las cadenas, sumado a la imposición deliberada del cocinero gordo e impertinente que lo obligaba a decidir. Dos opciones: MATE o TE. Una vez más, Gróstico estaba preso de la insatisfacción que genera la imposición disfrazada de libre elección: “MATE o TE”, esa libertad condicionada por un algo, que en realidad no nos pertenece. ¿Acaso está bien permanecer atados siempre a algún tercero? Definitivamente nuestra satisfacción no es plena. “¿MATE o TE?”, sí, sí, bueno no es tan simple ni superfluo. Aristóteles sostenía que esta búsqueda errática de la satisfacción consiste en el placer (hedoné); y en el placer al depender del objeto del placer estamos atados o esclavizados al  mismo. También se busca a través de los honores, en la fama, etcétera, mas siempre dependemos de un tercero, de los que nos lo otorgan y nos halagan. Así que para Aristóteles la verdadera felicidad o satisfacción sólo puede encontrarse en la virtud (areté), la excelencia que consistirá en la perfección del uso de su función propia: el desarrollo de su alma (o vida) racional. Y justamente las virtudes éticas (ethos) se logran a partir del resultado de una elección que establezca una “posición intermedia entre dos vicios, el uno por exceso y el otro por defecto”. “¡MATE o TE!” helo aquí la transgresión al pasar de signos de interrogación a exclamación. ¿Acaso esta súbita imposición también requiere una rápida elección?; entonces, ¿hasta qué punto somos libres de elegir? Mate o té, that´s the question, sí, en definitiva un Shakespeare de las cosas vulgares y cotidianas, veamos, me parece que cuando hablamos de té enseguida se relaciona con la afición británica, Lord Gróstico apunta su reloj de bolsillo a las cinco ‘o clock, acomodándose en su sillón, sus pies reposándose sobre alguna alfombra exótica, su mano izquierda sosteniendo el platito mientras que con la otra mano toma la taza (dedo meñique en alza), acerca sus labios a una altura pertinente y sopla el humito que emerge de su bebida concebida bajo una infusión de hojas; todo bajo un marco solemnemente maricón. Ahora si optamos por el mate terminantemente estaríamos del lado popular, nuestra bebida originaria, emblema de nuestra resistencia indígena frente al avance colonial español, aunque prefiero la forma verdaderamente tradicional el mate con bombilla antes que el mate cocido porque me parece más un recurso burgués de asemejar el mate al te, transformándolo en bebida individualista. ¡Ay, cuidado! (en tono burlesco) porque la bombilla puede transmitir enfermedades a partir de la saliva, mejor cada uno con su tacita. ¿Con qué esas tenemos, eh?Finalmente el gordo sumamente molesto y perturbado, manotea la taza de Grostico y le sirve mate cocido que saca desde una olla gigante en la cual revolvía su cucharón impacientemente. Jorge se da media vuelta y observa a su alrededor sin prestar mucha atención, aunque un compañero haciéndole ademanes desde una de las mesas lo llama para que se siente al lado. —Parece que es la época de apareamiento... —le dice el compañero Lite en forma confidencial a Jorge que se acomoda al lado, soltando las galletitas de su mano y desparramándolas en la mesa —y se va a poner lindo cuando caiga la cajera de la 5 y los encuentre in fraganti, fijate como el cajero le revisa la cabeza espulgándola. Eso es amor. —¿Cómo las distinguís? Parecen todas iguales. Sobre todo de un tiempo a esta parte.—Bah, no es difícil. Vos porque estás siempre en Babia, Gróstico. La cajera de la 20 es más peluda que la de la 5, aparte es más simpática. Cuando pasás por al lado se desespera y sacude las manos, en cambio la otra ni se baja del neumático. Aparte la de la 20 te presta más atención cuando le hablás: vos le contás algo y enseguida te contesta “¡Ah!” y cuando es realmente interesante “¡Ah-ah!”. Ahora che, esto de cajas me preocupa, ¿cuándo nos llegará a nosotros?—¿Qué cosa? —preguntaba un tanto distraído Jorge, mojando la galletita.—¿Cómo qué cosa? ¿Acaso no mirás a tu alrededor? ¿O esto te parece normal, Jorge?
En cierta medida, Lite tenía razón. Gróstico de un tiempo a esta parte miraba las cosas desde otro lado mientras le perturbaban otras cuestiones más ligadas a su existencia. ¿Quizás se volvió un egoísta? ¡Burgués!, volvía a arremeterse introspectivamente en su acusación diaria, ¿cómo combatir ese dilema inmerso en esa sociedad? Esa pregunta lo acongojaba, el eje de su pensamiento giraba en torno a eso. ¡Mentira! Mentirse asimismo es el colmo de la evasión. Aquella mujer que había conocido imprevistamente era el desvelo de sus pensamientos, el diario que no escribe. ¿Culpable es el destino? Mmm, esa pregunta suena muy a bolero de Manzanero, aunque en cierta forma ese interrogante no estaba tan a lugar: porque también podría haberse cruzado en la estación al tipo de Munch que al mirar a Gróstico, elevaría ese grito descarnado, su cara deforme. Sin embargo, se le había aparecido
˙oɔol ɐqɐʇsǝ ou ǝnb ǝp ɐqǝnɹd ɐun ɐɹǝ ˙ɐqıɹɹɐ ɐɹɐd sɐʇɐd opunɯ lǝ osnd ǝl ǝnb ɹǝɾnɯ ɐl ,ɐllǝPorque ella lo había mirado a los ojos, y le pedía fuego. ¿Y él que hizo? —˙ɐpɐNChispa me contó el plan y no hay ningún drama. La semana que viene me pasan al turno de la noche y somos re poquitos, así que se va a poder trabajar tranquilos. El tema sería neutralizar al de seguridad. Ahora, la pregunta que le hice a Chispa te la hago también a vos: porque el plan está genial, sería una linda lección... pero, ¿y después? miren que después conseguir laburo está jodido y más si llegamos a quedar marcados. Yo no tengo problemas porque estoy por entrar a laburar en una clínica y sería esto como un broche de oro. ¿Y ustedes? ¿Qué? ˙ɐpɐN Otra vez el tema de la elección, piensa Gróstico. Aunque esta vez quizás realmente con esa decisión pueda alcanzar la areté. Si bien para Lite eso no signifique una auténtica respuesta, porque su abanico de elección está ligado a la sociedad. El hombre y su entorno. Sus actos son conducidos hacia una finalidad que impactará en mayor o menor medida sobre la sociedad. Y eso se debe al que el sometimiento es inconsciente y el damnificado sufre y forma parte de esa dialéctica. Todo muy lindo pero Lite se olvida que entre un Tratado de Gabriel Marcel, tres pares de calcetines de nylon, una cafetera garantida, una rubia de costumbres elásticas y una jubilación antes de la edad reglamentaria, puede optar por la banana cronopiesca. Pero para qué explicarle.—Fijate, Gróstico. ¡Estás en cualquiera! No te diste cuenta que te había escupido en la taza y te lo estás tomando... —asevera Lite muy divertido, mientras Gróstico vuelve atropelladamente a la realidad devolviendo el mate cocido que estaba saboreando en su boca a la vez que maldecía las bromas pesadas de su compañero.

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