Los neopobres tienen en la economía sumergida su tablón de salvación, que se esconde tras ese “vamos tirando” con que se resuelven preguntas incómodas. Ese ir tirando, hasta ahora, ha sido el dique de contención de una revuelta social que nadie explica todavía por qué no se ha producido. Al tiempo, que el norte de África está aquí al lado. Mañana, el Gobierno aprobará un plan contra el empleo sumergido que, sumergido o a flote, es empleo al fin y al cabo. Muchos caerán en la batalla. Con la economía sumergida pierden los contribuyentes. Pero, tal y como están las cosas, sin ella seguirán perdiendo, ahora ya todos, si no se ofrecen alternativas viables y realistas que acompañen el tránsito a la superficie. Cualquier buzo sabe que no se puede subir rápido a la superficie a causa de la presión. De lo contrario, la pájara puede ser considerable. El problema es que ya casi no queda oxígeno en la bombona y habrá que subir rápido. La pájara, en forma de real decreto-ley próximamente en las páginas del BOE.