En esta ocasión la pega es que los ciudadanos no entenderían un aumento de diputados por el gasto público que supondría. Es una excusa a todas luces endeble y de circunstancias que, como tal, tendría una fácil y rápida solución eliminando unos cuantos gastos superfluos de la propia cámara regional, para no ir más lejos. Por resumir, lo que ha faltado desde el primer día en CC ha sido verdadera voluntad política para contribuir a cambiar un sistema de representación política injustamente desproporcional, el más desproporcional de España como ponen de manifiesto todos los expertos. La raíz de esa falta de voluntad hay que buscarla en la oposición de los históricos líderes insularistas temerosos de perder poder y en el líder de la ASG, cuyos votos son esenciales para CC, al que le podría costar mucho más obtener representación política si hubiera reforma.
Con todo, la última palabra no está dicha ni mucho menos. Si los partidos que acordaron la modificación en Canarias mantienen la unidad y suman a Ciudadanos - que no ve la hora de entrar en el Parlamento canario - la reforma podría salir adelante en Madrid junto con el nuevo Estatuto de Autonomía y estar lista para 2019. Es ya la única esperanza que queda de que los ciudadanos votemos el próximo año de acuerdo con un sistema que refleje de manera más fiel la realidad demográfica canaria.
CC arriesga mucho al deja escapar la posibilidad de ser parte de la solución. Ninguna de las dos propuestas planteadas por el resto de los grupos hubiera erosionado sus expectativas electorales y hasta podría haber seguido siendo la novia con la que el PSOE y el PP quieren desposarse al comienzo de cada legislatura. Ahora podría enfrentarse en Madrid al riesgo de una reforma más radical que los cambios casi cosméticos a los que se podía haber sumado en Canarias, zanjando este asunto tal vez para un buen número de años más.
Creo que ha llegado el momento de afrontar una reforma profunda del sistema electoral con todas sus consecuencias y le duela a quien le duela. Ningún tipo de calculo político cortoplacista de ninguno de los partidos que tienen en su mano producir ese cambio debería volver a frustrar la necesaria adaptación del sistema electoral a parámetros de representación política homologables con una democracia avanzada. Son los nacionalistas los que tendrán que gestionar la contradicción en la que incurren al haber provocado con su numantina posición que esa reforma se decida a 2.500 kilómetros de las islas por diputados que nunca han pisado Canarias.