¿Por qué anunció Barack Obama una acción ejecutiva sobre la reforma migratoria el pasado 20 de noviembre? ¿Por qué algunos le llaman tirano por ello? ¿Qué supondría esta reforma y quién podría beneficiarse?
Imagen de una marcha en Los Ángeles (GTRES).
En Estados Unidos el problema de la inmigración ilegal existe desde hace décadas: el sistema está “roto”, como dicen los políticos americanos. Millones de inmigrantes legales conviven con cerca de 11 millones de ilegales. Contrariamente a lo que algunos pueden pensar, la única causa de este problema no es la frontera con México. De hecho, según revela un informe del Pew Research Center, los estados en los que ha crecido más el número de población ilegal son Nueva Jersey, Florida, Maryland, Pensilvana y Virginia, ninguno de ellos estados fronterizos. Además, el número de personas que tratan de cruzar la frontera de forma ilegal está en su nivel más bajo desde la década de los 70.
Como afirma The Economist en The border is not the problem, “la realidad en Estados Unidos es que la mitad de la gente que no tiene un estatus legal llegó probablemente de manera legal y se quedaron después que su visado venciera”. Como indica America’s voice, “asimismo, el grueso de la población indocumentada lleva más de una década viviendo en Estados Unidos, algunos incluso más de dos décadas”. Ante esta realidad, Obama se convirtió en presidente con la promesa de una reforma migratoria que debía abordar el miedo de muchos ilegales a ser deportados. Una reforma que previera la legalización de los millones de indocumentados era la esperanza de comunidades como la latina, que le confirió una segunda oportunidad a Obama al reelegirlo en las pasadas elecciones.
El ‘together’ imposible
En 2013, un proyecto de ley bipartito sobre una reforma migratoria fue aprobado por el Senado pero murió en el camino cuando el portavoz de la Cámara de Representantes John Boehner (republicano) rechazó someterlo a votación. Tras las legislativas de este otoño, en que los demócratas han sido el partido perdedor, Obama decidió el pasado 20 de Noviembre optar por la vía directa y anunció una acción ejecutiva que ampara la deportación de entre 4 y 5 millones de inmigrantes indocumentados (o sea, cerca de la mitad del total). Se acabó el ‘together’ imperante en su oratoria. [Lee el discurso completo en español]
Al optar por esta vía directa algunos sectores republicanos han criticado a Obama y lo han acusado de tirano por cerrar así opción a cualquier propuesta bipartidista. Sin embargo, dentro del propio partido republicano los más conservadores, afines al movimiento Tea-Party, se oponen a cualquier propuesta que favorezca un camino para la ciudadanía de los indocumentados. Según datos, un 37% apoyaría esfuerzos nacionales para deportar todos los inmigrantes que carecen de papeles.
La oferta de Obama
Miembros de grupos de inmigrantes latinoamericanos celebran en Nueva York el anuncio de la orden ejecutiva. (Archivo: Kena Betancur/EFE)
Es por ello que tras año y medio de paralización Obama decidió tomar las riendas: “Vamos a ofrecer lo siguiente: Si usted ha estado en EEUU por más de 5 años; si tiene hijos que son ciudadanos de EEUU o residentes legales; si se inscribe, se comprueba que no tiene antecedentes penales, y está dispuesto a pagar la parte de impuestos que le corresponde, entonces podría pedir quedarse en este país de manera temporal –concretamente tres años- sin temor a ser deportado. Podrá salir de la oscuridad y tener todo en regla”, aclaró Obama en un discurso en el que no faltaron referencias a “la tierra de las oportunidades” y los “soñadores”. Anticipándose a las críticas, Obama retó a miembros del Congreso a aprobar un proyecto de ley si esta vía no les parecía sensata.
En un país donde las parálisis ocurren a menudo y donde quedan menos de dos años para elecciones, la decisión de Obama ha sido inteligente desde un punto de vista táctico. A la práctica, pero, esta reforma sería un parche temporal. Lo que de verdad hace falta es una ley. Durante su discurso, Obama preguntó: ¿Somos una nación que echa a un inmigrante esperanzado que se esfuerza o somos una nación que encuentra una manera de darle la bienvenida? El tiempo lo dirá.