Aquellos que hemos hecho montañismo, sabemos de lo fundamental que llegan a ser estos refugios de montaña. Un oasis en mitad de un desierto de nieve que puede suponer la diferencia entre la vida y la muerte, más aun en lugares como Canadá, en donde los inviernos son especialmente duros. O sin necesidad de dramatizar, un punto de descanso en el que relajarte junto a un placentero fuego, sea cual sea la época del año.
Sabiendo esto, los arquitectos plantean un modesto refugio, en el que el propio combustible para las hogueras hace las veces de muro y paravientos. Con la particularidad de que según pasa el invierno y se templa el clima, el propio refugio se abre y permite mayor ventilación. Una simple, pero atractiva estructura que seguro agradecerán los "aventureros" que remonten el río Assiniboine.
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