Demasiado tiempo ha de la última vez que derramé lágrimas de amargura. Hace demasiadas horas que decidí regalar únicamente aquellas gotas que fueran presa de la alegría pero, ahora me descubro incapaz de vaciarme por dentro de sentimientos de hastío y escribo palabras en forma de nostalgia con el único objetivo de dibujarme a mí mismo.
Me canso de las miradas de exasperación de los que no conocen mi secreto y en lugar de alzar la voz me lanzo al mundo de lo desconocido, sin atreverme jamás a apartarme de mi camino, pero con tu sonrisa fundida no hago más que fracasar en cada intento de crear un mundo de letras que me sirva de refugio.
Menos de cuarenta y ocho horas parecen una eternidad con la brújula estropeada, sin mapa y sin forma de pedir auxilio. Solo deambulo por la realidad tratando de hallar la palabra que me lleve hasta mi castillo de naipes. Allí el tiempo no funciona y podría guardarte en un rincón para siempre. Pero al alzar la mirada, el segundero no para de hacer efectiva su sentencia.
Nada hay que duela más que las palabras y, por desgracia, nunca ha habido un bálsamo mejor que ellas. Por eso me fuerzo a ponerme aquí todos los días, a la hora que sea, sin importar nada más. Creo que a base de intentarlo acabaré construyendo un nuevo refugio donde tu recuerdo jamás pueda borrarse, donde pueda llorarte cada segundo con frases inacabadas, donde pueda tejerte eterno en párrafos enredados de los que no puedas escapar, donde puedas observarme y no perderme de vista.
Prometimos desaparecer donde nadie pudiera encontrarnos, prometimos que siempre perseguiría lo que quería ser y ahora me doy cuenta de que jamás soñaste por ti.
Carmelo Beltrán@CarBel1994