En el asiento de un autobús iba un anciano con un ramo de flores frescas en la mano. Al frente, una chica volvía su mirada una y otra vez hacia las flores. Cuando llegó a su parada, el anciano entregó el ramo a la chica con un movimiento rápido, mientras le decía: "Ya veo que te gustan las flores, y creo que a mi mujer le gustaría que las tuvieras, así que le diré que te las he dado".La joven le dió las gracias y se quedó mirando al anciano que, tras bajarse del autobús, cruzó el umbral de un cementerio.
En esta vida podemos regalar mucho más de lo que solemos, y podemos compartir aún más todavía. Cuántas veces en la red se nos invita a participar en campañas solidarias y nos mostramos totalmente dispuestos; pero cuántas más son las veces en que no somos capaces de regalar ni una sonrisa a quien está a nuestro lado. No es tan complicado regalar, solo hay que tener un corazón dispuesto a ello, antes que esa actitud de espera constante a ver qué es lo que los demás nos pueden ofrecer.