La música de cámara en un entorno propicio con la caja acústica colocada, el cuarteto como formación cumbre añadiendo el piano para comprobar que 4+1 en música es mucho más que 5, y en mi 55 cumpleaños nada menos que dos 5, doble igualmente: un quinteto estreno mundial de un compositor asturiano al que "nacieron" en Suiza, colocado entre dos grandes. Mejor regalo imposible con intérpretes de primera y programa para degustar desde el primer 4 a los dos 5 más un tercero de propina.
I. Preamble. Lake Itasca, Minnesota. El piano arranca en los graves las primeras gotas del río, sumándose viola y cello en oscuridad que irá tomando cuerpo progresivamente en cuarteto dialogando con el piano, protagonista junto con el cello y silencios expresivos antes de seguir fluyendo motivos claros, rítmicos, poderosos cual las "Noches de Falla" donde el cuarteto suena a orquesta en un diálogo de amplias dinámicas.
II. Scherzo. St. Louis, Missouri. De nuevo el piano solo al comienzo, acelerando y acercándonos con los "pizzicati" para ambientarnos claramente en un ragtime de escritura hermosa y clara como el propio río, piano y cuerdas "con legno", dinámicas que engradecen el cauce musical, ritmos saltarines que atraviesan zonas sombrías de las que emerge un blues, reminiscencias de Gershwin en un piano arpegiado y cuerda coprotagonista, ritmos melódicos y "crescendi" casi atonal con la vuelta al "rag". Un móvil nos devolvió a la dura realidad (la mala educación siempre incorregible).
III. Ballad. Memphis, Tennesse. Será el cello quien comience esta etapa del viaje, timbre casi humano, homenaje a Elvis y los años 50, magia del 5, ¿el término medio?, notas largas, armónicos y climas etéreos con juegos de texturas donde el piano se despereza en el calor sureño, animándose sin prisas bien arropado por una cuerda en pizzicati y referencias al jazz y Shostakovich, fuentes o río siempre inspirador en compás ternario y melodías claras, solo de viola incluido, combinando los cinco elementos para un final de movimiento bellísimamente armonizado.
IV. Finale. New Orleans, Louisiana. "Tutti" para la desembocadura en el Golfo de México, sones hispanos (reafirmo "las noches" de Falla) y de "Far West", ritmos de ferrocarril sin protagonismos pero respirando el sur más cinematográfico y caleidoscópico, accesible para todos en una escritura magistral que no cae en lo comercial pese a la cercanía. Quinteto con piano más que piano y cuarteto, juegos dinámicos y rítmicos sin perder nunca "punch", conjunción tímbrica perfecta donde las octavas en el piano y los "pichicatos" de la cuerda consiguen colorear de yanqui los recuerdos de Falla, Gershwin y hasta Steve Reich.
Excelente obra de un Jorge Muñiz ya maduro, afincado en los EE.UU. de América pero con sus raíces siempre claras.
La propina no hizo sino confirmar el buen momento de nuestra música de cámara, solistas de talla mundial que en conjunto no sacrifican sino que comparten magisterio dándonos alegrías y regalos como el de este día de mi quincuagésimo quinto cumpleaños. Gracias porque así da gusto sumar.