Con la despoblación de los sesenta, nuestros pueblos languidecen y solo cobran vida con el buen tiempo. Los fines de semana de primavera y otoño, pero sobre todo en verano. Acuden familias con hijos, que llenan de risas y juegos nuestras calles y plazas, alterando la vida plácida (y triste) del pueblo.
Alteran,… pero traen vida. Por esos nos duele que algunos alcaldes tiren de bando para prohibir actividades en espacios públicos a niños (jugar al balón en la plaza) y jóvenes (hablar en grupo, escuchar música, beber,… botellón) porque molestan a los vecinos.
Aunque así fuera, ¿no hay alternativas? Se nos ocurren algunas: campos de fútbol con luz que no se encienden aunque se pida, salones de juego cerrados, espacios públicos que no se utilizan (frontones, plazas desiertas,…), …
En su despropósito, algún alcalde utiliza el saludo de las fiestas (que figura en el programa de actividades) para la regañina. Además de inadecuada, innecesaria y a destiempo. ¡Alguien tenía que decirlo!
Lar-ami
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